Se ruega silencio.
Imagino, en uno de esos viajes astrales que suelo realizar,
que hoy en la rivera del río Piles esta “orbayando” suavemente en un día gris
de esos que te recuerdan la más pura esencia de una región y de una ciudad
desvastada por los acontecimientos.
Imagino “El Molinón” en silencio bañado por la suave lluvia
que acompaña el transcurso de una jornada más de ese campeonato rutinario y cíclico
que nos expone la más cruel de las realidades en aquello conocido como
existencia.
Hoy, sigo imaginando, la ciudad esta envuelta en una extraña
capa de silencio que interrumpe los preparativos de una nueva época estival.
El destino, esa fuerza desconocida de la que se cree que
actúa de forma inevitable sobre las personas y los acontecimientos, ha decidido
poner un punto final controvertido a uno de esos tipos que aspiraba exactamente
a todo lo contrario.
Y es que, entre las múltiples lecciones que como persona nos
pudiste dar, tu máxima fue siempre la de seguir adelante.
Hoy es un día triste para miles de corazones que no solo se
sintieron cómplices con tu proyecto sino que se sienten quizás un poco más huérfanos
con tu aptitud, no en vano fuiste capaz de dar personalidad a un sentimiento
que andaba escaso de efectivos desde el infierno de las malas gestiones de un
club que vivía en el desasosiego cruel de la ausencia de una identidad que
conseguiste recuperar a costa de la virtud del sacrificio.
Entraste en la dinámica de superar con creces todas las
barreras que se te cruzaron en el largo camino de una existencia llena de
dificultades para apropiarte, jodido ladrón, de la personalidad que envuelve todo
aquello que rodea a un escudo y que sobrepasa los limites geográficos de la
localidad que despidió, quien me lo iba a decir, tu itinerario profesional a
tan solo un día de firmar, de nuevo en el Mediterráneo, un nuevo capitulo de tu queridísima ocupación.
Pero Manolo, y esto es lo que más le honra, ha sido, es y
será mucho más que un técnico de futbol por muchos motivos.
El carácter de una persona esta generalmente basado en la
personalidad de unos valores inculcados a lo largo de una existencia por el
contexto que el individuo pueda tener a su alrededor.
Pero, ¿y el carisma?
En este caso la virtud depende única y exclusivamente de la
magia de una mezcla explosiva que involucra demasiados factores creando una
identidad atractiva para un colectivo necesitado de líderes.
Es, esa, una virtud con la que se tiene que nacer y
posteriormente cultivar durante las distintas estaciones que nos llevan a la
plenitud de la experiencia en la que, considero, que ya te encontrabas.
Hoy en Torrelavega, en Santander, en Murcia y en Valencia
también te lloran y eso, queridos camaradas, no es un detalle banal en la
carrera de fondo de un personaje que supero personalmente cualquier hazaña
deportiva.
Cada vez quedan menos Preciados en un futbol donde lo
absurdo se tiñe de elitismo y la inaccesibilidad es el parangón del mediático y
millonario ritmo de una competición cada vez más lejana de los valores terrenales
de los aficionados que hoy, pierden un referente personal.
Solo los elegidos logran lo imposible y tú desde este siete
de Junio has pasado a la inmortalidad dejándonos a todos un poco más
desamparados en los envites de una vida a veces injusta y tremendamente dura
que debemos, tenemos que continuar.
Manuel
Preciado:
“Tengo
la mente muy abierta y clara. Detrás de los que se han ido, a los que lloro muchos
días, hay otros que están, como mi hijo, mi hermana, mi madre… sería un cabrón
entre comillas, si no diera todo lo que doy. A veces me lo como, pero yo sufro como
cualquier ser humano, aunque no vale de nada. Me lamento. Me digo ¿por qué? Pero
hay muchos detrás a mi lado, y sólo por ellos tengo que tirar para adelante
como un campeón”.
Me temo que hoy en Gijón no va a salir el sol.
Gracias de corazón por hacerme feliz CAMPEÓN