No recuerdo con exactitud cuando, supongo que fue en uno de
aquellos momentos de mágicos en los que de repente descubres, sin querer, esa
obra de arte que, posiblemente por una historia más o menos contextual pasa a
formar parte de tus vivencias juveniles en las que influenciado por el
criterio y la sapiencia de alguien más experimentado, descubres posibles
afinidades y conexiones con un personaje de ficción del que, hasta entonces,
solo te habían hablado desde lejos.
Y la lejanía, termino lo suficientemente ausente como para
desconocer las posibles cualidades comunes que pueden tener dos extremos, hace
además que lo descubras envuelto en el gozo obsceno de la novedad más absoluta
para, como en este caso, caer rendido a la magia abrupta de lo que a partir de
ahora será en tu universo la definición perfecta de héroe, exposición que “el forastero”,
personaje que nos introducirá en este cuento urbano, nos expondrá con una
pregunta:
-¿Qué es un héroe?-
La película es probablemente una ironía en sí misma al
presentarnos a los personajes como algo que no son y todo lo que ocurre en el
metraje es un cúmulo de acontecimientos que nos irán acercando a la verdadera
realidad común y mortal de todos nosotros en un final intranscendente en los
hechos pero no en las formas:
-Lebowsky, nuestro protagonista, a quien se atribuye una
identidad importante dentro de la liga de bolos local, nunca en la película tira
una pelota a los mismos.
-El verdadero Lebowsky , al que confunden con nuestra
estrella, no es tan rico como el
pretende demostrar a los personajes y al espectador.
-Walter Sobchack, su mejor amigo, a pesar a su negativa a
jugar a los bolos o no conducir en “Sabbath”, no es en realidad más judío que
nadie al estar influenciado por su exmujer.
-Los nihilistas amenazantes
son en resumidas cuentas un grupo triste de actores porno alemanes e inadaptados.
Al final, el engaño de una época, como los noventa,
engañosa, nos transporta directamente de la comedia descarada al la trama
profunda, algo “Pulp” de una película absurda de cine negro.
Son por tanto, las técnicas narrativas literarias que
utilizan los directores, una recapitulación de la literatura de Raymond
Chandler, escritor de novela negra americano autor de “El Sueño eterno”,
referencia para los hermanos Cohen a pesar del uso cómico que hace de las
mismas y que se puede incluso distinguir en los personajes de la obra.
(El viejo Lebowsky en silla de ruedas, por ejemplo, recuerda
al General Sternwood de la película de Howard Hawks basada en la novela
anteriormente citada, el nombre de la criada de Bunny es el nombre de la mujer
de Eddie Mars en la misma cinta.)
El engaño de todas maneras ya empezaría en la apertura de la
cinta al utilizar en el relato en "off "que nos introduce en la historia todos
los acentos típicos del “western” para disolverlos directamente en el primer
plano general de la ciudad de los Ángeles.
Porque por encima de todo el filme es una historia urbana
encerrada entre las calles polvorientas de la ciudad que mejor representa el
arquetipo de la leyenda cinematográfica utilizando uno de sus personajes más
significativos, el detective privado.
La ciudad y la fauna estrambótica que la puebla se
convierten en el epicentro de una trama que mezcla, componiendo un collage, materiales
de distintas épocas con hitos reconocidos de la reciente historia popular y
cultural de los Estados Unidos.
Bien, pues a pesar de todos estos matices, si algo consiguen
los realizadores con su producto es (con la degradación moral de sus
personajes) encauzarnos en la comedia más disparatada de unos sujetos con los
que, a lo mejor de una manera sutil, te encariñaras para ya atravesar el
horizonte de un argumento que te llevará, como explicaba una líneas antes, a la
más cruel normalidad después de disfrutar de los vaivenes de una montaña rusa lo
suficientemente enloquecida como para sentirte cómplice y parte de las
aventuras de los protagonistas.
Y es que ante todo es una historia de amistad y de los
valores de la misma disfrazada de todo aquello que los genios de Minnesota
consideren oportuno.
Hoy se cumplen quince años del estreno de esta pequeña obra
de arte que con los años se ha ido transformando en película de culto para
distintas generaciones que ignoran que en su estreno (el nivel estaba difícil al
ser su trabajo posterior a otra obra de arte como puede ser “Fargo”) fue
recibida fríamente por el público y los críticos.
El reparto, interpretes todos ellos que rozan la perfección,
es quizás el mejor aliciente del éxito de la surrealista trama con la que nos
brindan la oportunidad filosófica de valorar la aptitud de un hombre tranquilo.
Y vale, solo son datos, pero por ejemplo Philip Seymour Hoffman
consigue cuatro nominaciones al oscar (una victoria), ninguno antes, al igual
que las cuatro nominaciones posteriores que tiene Julianne Moore o las cuatro
nominaciones siguientes que tiene Steve Bucesmi a los Globos de Oro.
Como comprenderéis la película no os la pienso contar.
La banda sonora es espectacular con una excepción, el disco
contiene todas las canciones excepto la de los “Credence” (grupo favorito del
protagonista) supongo que por una cuestión de derechos.
Y es que si al el “nota” le dan por el culo los “Eagles”,
los Cohen nos introducen una versión latina y gitana de su éxito más comercial en el
probablemente momento más freak de la historia y no por ello no menos grande.
“Y es que a veces hay un hombre, y me estoy refiriendo a el “nota”,
que está en su momento y en su lugar:::”
Y eso sí es filosofía.
Los años, como al buen vino, le han hecho justicia.
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