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jueves, 7 de marzo de 2013

"EL GRAN LEBOWSKY" (Quince años de un clásico)


No recuerdo con exactitud cuando, supongo que fue en uno de aquellos momentos de mágicos en los que de repente descubres, sin querer, esa obra de arte que, posiblemente por una historia más o menos contextual pasa a formar parte de tus vivencias juveniles en las que influenciado por el criterio y la sapiencia de alguien más experimentado, descubres posibles afinidades y conexiones con un personaje de ficción del que, hasta entonces, solo te habían hablado desde lejos.

Y la lejanía, termino lo suficientemente ausente como para desconocer las posibles cualidades comunes que pueden tener dos extremos, hace además que lo descubras envuelto en el gozo obsceno de la novedad más absoluta para, como en este caso, caer rendido a la magia abrupta de lo que a partir de ahora será en tu universo la definición perfecta de héroe, exposición que “el forastero”, personaje que nos introducirá en este cuento urbano, nos expondrá con una pregunta:

-¿Qué es un héroe?-

La película es probablemente una ironía en sí misma al presentarnos a los personajes como algo que no son y todo lo que ocurre en el metraje es un cúmulo de acontecimientos que nos irán acercando a la verdadera realidad común y mortal de todos nosotros en un final intranscendente en los hechos pero no en las formas:

-Lebowsky, nuestro protagonista, a quien se atribuye una identidad importante dentro de la liga de bolos local, nunca en la película tira una pelota a los mismos.

-El verdadero Lebowsky , al que confunden con nuestra estrella,  no es tan rico como el pretende demostrar a los personajes y al espectador.

-Walter Sobchack, su mejor amigo, a pesar a su negativa a jugar a los bolos o no conducir en “Sabbath”, no es en realidad más judío que nadie al estar influenciado por su exmujer.

 -Los nihilistas amenazantes son en resumidas cuentas un grupo triste de actores porno alemanes e inadaptados.

Al final, el engaño de una época, como los noventa, engañosa, nos transporta directamente de la comedia descarada al la trama profunda, algo “Pulp” de una película absurda de cine negro.

Son por tanto, las técnicas narrativas literarias que utilizan los directores, una recapitulación de la literatura de Raymond Chandler, escritor de novela negra americano autor de “El Sueño eterno”, referencia para los hermanos Cohen a pesar del uso cómico que hace de las mismas y que se puede incluso distinguir en los personajes de la obra.
(El viejo Lebowsky en silla de ruedas, por ejemplo, recuerda al General Sternwood de la película de Howard Hawks basada en la novela anteriormente citada, el nombre de la criada de Bunny es el nombre de la mujer de Eddie Mars en la misma cinta.)

El engaño de todas maneras ya empezaría en la apertura de la cinta al utilizar en el relato en "off "que nos introduce en la historia todos los acentos típicos del “western” para disolverlos directamente en el primer plano general de la ciudad de los Ángeles.

Porque por encima de todo el filme es una historia urbana encerrada entre las calles polvorientas de la ciudad que mejor representa el arquetipo de la leyenda cinematográfica utilizando uno de sus personajes más significativos, el detective privado.

La ciudad y la fauna estrambótica que la puebla se convierten en el epicentro de una trama que mezcla, componiendo un collage, materiales de distintas épocas con hitos reconocidos de la reciente historia popular y cultural de los Estados Unidos.

Bien, pues a pesar de todos estos matices, si algo consiguen los realizadores con su producto es (con la degradación moral de sus personajes) encauzarnos en la comedia más disparatada de unos sujetos con los que, a lo mejor de una manera sutil, te encariñaras para ya atravesar el horizonte de un argumento que te llevará, como explicaba una líneas antes, a la más cruel normalidad después de disfrutar de los vaivenes de una montaña rusa lo suficientemente enloquecida como para sentirte cómplice y parte de las aventuras de los protagonistas.

Y es que ante todo es una historia de amistad y de los valores de la misma disfrazada de todo aquello que los genios de Minnesota consideren oportuno.

Hoy se cumplen quince años del estreno de esta pequeña obra de arte que con los años se ha ido transformando en película de culto para distintas generaciones que ignoran que en su estreno (el nivel estaba difícil al ser su trabajo posterior a otra obra de arte como puede ser “Fargo”) fue recibida fríamente por el público y los críticos.

El reparto, interpretes todos ellos que rozan la perfección, es quizás el mejor aliciente del éxito de la surrealista trama con la que nos brindan la oportunidad filosófica de valorar la aptitud de un hombre tranquilo.

Y vale, solo son datos, pero por ejemplo Philip Seymour Hoffman consigue cuatro nominaciones al oscar (una victoria), ninguno antes, al igual que las cuatro nominaciones posteriores que tiene Julianne Moore o las cuatro nominaciones siguientes que tiene Steve Bucesmi a los Globos de Oro.

Como comprenderéis la película no os la pienso contar.

La banda sonora es espectacular con una excepción, el disco contiene todas las canciones excepto la de los “Credence” (grupo favorito del protagonista) supongo que por una cuestión de derechos.

Y es que si al el “nota” le dan por el culo los “Eagles”, los Cohen nos introducen una versión latina y gitana de su éxito más comercial en el probablemente momento más freak de la historia y no por ello no menos grande.

“Y es que a veces hay un hombre, y me estoy refiriendo a el “nota”, que está en su momento y en su lugar:::”

Y eso sí es filosofía.




Los años, como al buen vino, le han hecho justicia.

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