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viernes, 14 de diciembre de 2012

"VIEJAS GLORIAS"


En las estancias de una habitación amarilla y fría en esa época del año en curso en que la mentira y la verdad cohabitan en lúgubres recodos reservados para el amor fugaz, la realidad vuelve de nuevo a rehabilitar los corazones destemplados de aquellos que reservan en los reservados aquello de, como decía el primo Rosendo, maneras de vivir.

Gentes que hacen más por intentar presentarse millones de veces en sociedad como aquello que no son qué por, de vez en cuando, intentar existir demostrándose a sí mismos que aquella cima que jamás conseguirán coronar, nunca existió.

Supongo que la falta o ausencia de cualquier entorno cercano que se ha ido diluyendo en pequeñas muestras gratuitas de perfume, no demuestra la verdadera inaptitud de aquel que sigue perdido en el universo impúdico del no saber argumentar nada de aquello que nunca practicó con el ejemplo.

Sombras desvanecidas en paredes de retretes escondidos en el patio interior de cualquier bloque de viviendas deshabitadas en las que, la intimidad de la frustración, hacia fácil lo difícil de aquello de saberse engañado.

Los excesos de los años mozos degeneraron en las virtudes del escéptico mortal condenado al fracaso, las virtudes se fueron perdiendo por un camino demasiado rodeado de maleza y las ilusiones, de repente, desaparecieron.

La soledad condenó a una sumisión aceptada, sin reproches, en el cuadernillo de la tranquilidad que ofrecen las comodidades del egoísmo que crea el personaje.

El personaje se caduca como aquel postre lácteo que se nos olvidó en el fondo de la nevera durante demasiados meses, como para percatarnos, de una presencia sombría debajo de toda aquella luz que aparecía justo en el mismo instante de abrirse la puerta del electrodoméstico de turno aparcado en la cocina.

La cocina dejó de funcionar.

Hoy malviven recordando sus viejas glorias en estancias adaptadas a una modernidad que intentar dibujar sin intuir, ni por un momento, el desconocimiento de una realidad que les viene de la noche y que va a ninguna parte en las salas amarillas llenas de cerveza que abunda en la fotografía de cualquier jungla abandonada allá por la tierra Media y en la que, importante recordar, fueron felices.

Y con ellos, sin remediarlo, se desmorona lo que construyeron.

En lo efímero de una existencia condicionada a las limitaciones económicas del nido de procedencia, la virtud se difumina en el deber eclesiastico de saberse superior en aquella creencia espiritual de la negación rotunda al yo establecido.
Osease, no es lo mismo ser de barrio que ser de zona residencial con jardín botánico.

Vivir entre demasiadas mentiras acaba descubriendo una triste realidad que resulta ser la mayor evidencia de la perdida de identidad adquirida en los espejos manchados de carmin de baños de señoras que también mentían.

Amarillo es el color de un post dedicado a los que alguna vez se sintieron verdes.


Los vereís por la calle caminando erguidos al lado vuestro con caminar pausado y gesto serio y no os dareís cuenta de que son ellos.

Abandonaron la nave en el mismo instante que descubrieron la cruel realidad de las navidades al conocer, en el salón, la verdadera identidad de los Reyes magos.

lunes, 3 de diciembre de 2012

"DESMONTANDO EL BELÉN"


Demasiadas nubes para distinguir cualquier posible estrella de Belén en el muro de las lamentaciones de cualquier asentamiento ilegal en la Palestina actual que vive escondida sufriendo en silencio a imagen y semejanza de una población civil que padece, como siempre, los latigazos dolorosos de cualquier conflicto bélico y emocional en cualquier lugar de un planeta que sigue girando alrededor del sol.
Civiles que también en Israel sufren los envites obscenos de una convivencia demasiado tosca como para perpetuarla en un infinito manchado de sangre que solo sirve para abrir la página internacional de los informativos occidentales sin, atisbar, solución aparente de dos territorios que deberían estar condenados a entenderse por el bien común de todas sus gentes.

Las sombras insurgentes que se reflejan con la luna en la oscura noche de un desierto gélido no pertenecen a unos magos venidos de un Oriente cercano sino más bien a la infraestructura europea de las organizaciones que sin ánimo de lucro realizan labores humanitarias en la deshumanización de los refugiados de un Sahara Occidental no autónomo y, por tanto, perdido en los papeles amarillos de las resoluciones y tratados de las demasiadas fronteras con las que lidiar en el camino de una autoridad administrativa que brilla por su ausencia.

El nacimiento de una esperanza depositada en los pequeños escollos cargados de moral que todavía quedan en las playas llenas de chapapote, anunciará, a bombo y platillo, la celebración más lúdica de cualquier clase de idea parecida a la redención, que en estas fechas señaladas, te las puedes llevar envuelta para regalo para sorprender a propios y extraños, que con ansía, cuentan los días para salir de cuentas.

El buey se quedó en la orilla mirando el horizonte de aquel cielo que se difuminaba con el río que dividía los dos estados que su arrendatario, un ebanista desempleado, iba a ir poco a poco dejando atrás en un viaje sin retorno hacia la quimera fronteriza de cualquier sueño posible de alcanzar.
La idea romántica era la que más le hacía latir el corazón, la práctica la cabeza.

La mula acabó en Barajas en pasillos demasiado iluminados como para esconder la dignidad que la necesidad se había ocupado de ocultar.

El portal, por tanto, se quedó desierto en aquel bloque de viviendas deshabitado y lúgubre en el medio de una explanada a la que nunca llegó el agua potable en aquel proyecto social que se desplazó demasiado al lado de la utopía de cualquier arquitecto soñador que se fue del lugar de los hechos con el dinero de los acreedores que alternaban bares de alterne en los días de vino y rosas.

Y es que el desahucio sorprendió a María en la cola de aquella oficina de empleo.

La estrella que nos debería de guiar posiblemente se confunda con las luces de neón que iluminan y calientan las calles de cualquier ciudad que celebra su particular alumbramiento dibujando colores en las calles oscuras de un invierno que recorta los días a semejanza de los tiempos que nos toca sufrir en la puerta del sol como el año que fue….


Herodes, por cierto, no estaba en la ciudad, apuraba los días de descanso antes de volver al “tajo” en un balneario por la zona de Portugal.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

"JACK BLACK"


Da igual si vienes del este, del oeste, del norte o del sur, da igual.
En los meridianos espectrales de cualquier clase de teoría ideológica caducada, los serviciales individuos que poblamos las aceras grises de la gran ciudad nos mantenemos al margen de cualquier nota de prensa de cualquier posible delegada de gobierno o líder sindical que, como siempre, embadurnan la partitura con manchas de tinta arruinando cualquier clase de concierto en do menor.
Es lo que tienen las orquestas de cámara que siguen subvencionadas por los altos poderes de un estado de excepción que se limita a contar la versión simplista de unos hechos no constatados por nadie más que los fieles delegados de prensa amarilla y obscena, que como siempre, entorpecerán el devenir lógico de las cosas y de la información, o quizás del exceso de la misma, para marear, aún más si cabe, la perdiz de aquello conocido como confusión qué, con el temor, probablemente sea el mal endémico preferido de unos gobernantes que siempre pretenden guardarse algún as de picas en la manga.
Porqué por más que intento jugar mis cartas, la partida parece perdida desde incluso antes de repartir naipes en el tapete verde de la esperanza.

Por eso no importa que tus papeles no estén en regla cuando la única frontera que rige a una sociedad enloquecida que viene de la noche y va a ninguna parte es la mercantil.

Pero para eso se invento la burocracia que distingue el orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios a ese tipo de organización de la cual, queramos o no queramos, formamos parte obligada por contrato administrativo del que dependen parte de nuestros derechos como habitantes de un lugar llamado mundo.

Individualmente la lucha, por naturaleza, estará mucho más dividida y controlada por la mano militar y policial de un país cada vez más dividido en los modos y las formas de actuar de los unos y los otros creando, por desgracia, la división perfecta para otras minorías más selectivas (por llamarlas de algún modo) con más poder de decisión y que se adaptaran a los acontecimientos, siempre lo han hecho, sacándoles el mayor provecho posible al manejar, no en vano ellos también crean el conflicto, toda la maquinaria de la factoría que dirigen a su antojo.

Respiremos.

Casos actuales como el del hospital de la Princesa en el centro de Madrid consiguen lo que nunca en democracia se consiguió como es poner de acuerdo a todo el sector sanitario de la capital en la defensa de una sanidad pública necesaria para cualquier colectivo que de verdad se crea aquello del estado del bienestar que tan bonito quedaba en los titulares de prensa.
El intento de cierre de hospitales, no olvidemos que en su momento fueron utilizados para conseguir rédito electoral, nos devuelve a la más triste realidad de hasta donde se dirige la colectividad del sistema capitalista que invade, como un virus en la red, todos los archivos de los países hasta ahora desarrollados que, como dice el refrán, empiezan a ver las barbas de su vecino quemar.

Pero si queremos beneficios tenemos que arriesgar queridos compatriotas y sabemos, dicen desde la tribuna, que las medidas son impopulares pero necesarias.

No recuerdo con demasiada claridad pero me atrevería a asegurar que desde hace tiempo tengo el pasaporte caducado y el carnet de conducir sin puntos, mi próximo objetivo será, menuda quimera, el DNI.

Te hablan de la libertad, te venden la libertad, decía el personaje de Jack Nicholson en “Easy Rider”, pero cuando ven que alguien se acerca a ella le temen.
Frase profética de una película que se rodó en el sesenta y nueve justo después del final de aquello conocido como el verano del amor en el que las gentes de bien todavía pensaban, antes de pasarse al lado oscuro, que se podía cambiar el mundo.

El as de corazones, hoy por hoy, no te asegura ganar la partida.  

lunes, 5 de noviembre de 2012

"NOCHE DE BRUJAS"


Supongo que esa noche la luna se ocupó de otros menesteres más importantes que de aquél de iluminar la oscuridad de las sombras proyectadas en la cuarta pared de aquella función de madrugada.
Es lo que tiene los satélites naturales.

En aquella noche festiva las luces de neón invadieron el escenario imaginario de aquella celebración esperada por cientos, miles de corazones ansiosos que, con la necesidad de una libertad taxativa y literaria sacada de cualquier relato breve de crónicas vampíricas, jugaron por unas horas a convertirse en todo aquello que soñaron ser bajo la tenebrosa atmósfera de la conmemoración urbana de la festividad de los difuntos que, como cada año, disfrazaba egoístamente a toda una capital que circulaba, al menos durante esta jornada, engatusada bajo los efectos de saberse poseída por el dogma cristiano de la saga “Crepúsculo”.

La visión desde el altar de aquel templo con perspectivas a la nada mostraba, desde la normalidad, a una marabunta humana extasiada bajo los efectos de una música electrónica que, empapada en alcohol, se retorcía bajo los impactos satánicos de  aquel artista invitado que desde aquella improvisada cabina invitaba a los presentes a la común oración de aquel Réquiem dedicado a los residentes del Purgatorio.

Las redes sociales, diarios públicos de adolescentes púdicas, marcaron a sangre y a fuego aquel evento en los calendarios hormonales de un colectivo necesitado de testosterona en vena para satisfacer las necesidades secretas de la secreción.

Y los “cienes” se convirtieron en miles multiplicando en intensidad los decibelios de las sonrisas complacientes del obsceno ritual nocturno que aventuraba como mínimo la comunión de las masas en la eucaristía mística de aquello conocido como “botellón” y que era el preludio de la catarsis espiritual de aquella conexión cósmica con el más allá.

(Fundido en negro)

Cuando, ya por la mañana, aquel individuo de menos de veinte años se despertó asustado en la escalinata de uno de los accesos que van hasta el vomitorio protagonista del acontecimiento celebrado, ignoraba todavía la magnitud de un espectáculo del que apenas recordaba nada.
La confusión reinaba en aquel cuerpo menudo que tiritando buscaba, sin éxito, encontrar la cremallera de aquella sudadera recién estrenada en el noble arte de la regurgitación para solventar el gélido espíritu de la desazón en forma de ardor que le azotaba el estómago.
Buscó el teléfono entre sus prendas delicadas para descubrir la ausencia total de energía en una batería sin conexión con el mundo real y prosiguió lentamente aquel retorno con destino al hogar familiar que, seguramente, esperaba su llegada dentro de la preocupación lógica de saberse cercanos a la tragedia acontecida.

Se difuminó en el horizonte que le llevaba hasta el metro sin ni siquiera mirar atrás dejando, aquel uno de Noviembre, un desolado paisaje silencioso alrededor de aquel pabellón deportivo disfrazado de discoteca.
      
El cielo acababa de recibir al penúltimo mes de aquel año en recesión con el color gris que caracteriza la llegada de un invierno insensible mientras, el astro rey, empezaba a resurgir en la mañana fría de aquel día de luto para anunciar esa especie de tregua atmosférica pactada con las congregaciones de fieles que caminaban en grupos camino del camposanto con pocas ganas de conversar.

Eran las siete de la mañana.

Y la vida, como siempre, mezclaba al fiestero y al madrugador en un vagón de cercanías con  rumbo a una nueva vía muerta donde pernoctar lejos de las aglomeraciones terrenales organizadas por promotores endeudados con las administraciones públicas que, careciendo de licencia emocional alguna, alquilaban espacios de titularidad municipal sin más romántico motivo que el del ánimo de lucro.

Después de tan terrible infortunio, otra vez, los actos más nobles y honrados por parte de los poderes legislativos revertirán en la misma hipocresía de siempre al actuar tarde, mal y nunca después de la desdicha excluyéndose, por supuesto, de cualquier responsabilidad.


Y eso, que la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.


(A Cristina, Rocío, Katia y Belén)

miércoles, 31 de octubre de 2012

"CARTAS AMARILLAS"


Rememorando las vivencias olvidadas en un pasado relativamente cercano me he puesto, de madrugada, a revisar apuntes literarios en carpetas escondidas en recodos oscuros de lugares poco utilizados de lo que viene a ser conocido como mi dulce morada.
Y descubrí, dentro de esos archivadores, un buen puñado de momentos de los que ya mi convaleciente memoria había trasladado a un olvido medianamente relativo en lo que a la evasión se refiere y, que inconscientemente, estaban escondidos envueltos en ese polvo que el tiempo tiene como costumbre de dejar en las estancias que, como decirlo, se mantienen en las sombras de ese rancio aroma del pasado.

Lo bonito de las cartas amarillas suele tener mucho que ver con la ingenuidad de la falta de experiencia de aquel individuo soñador que una vez quiso comerse el mundo desde, por desgracia, el prisma difuso de un romanticismo creciente en aquellos años en los que el cielo estaba más cerca del mar y, es ahora, cuando desde la visión subjetiva de la intolerancia propia de una madurez cercana al adulterio, rememoramos con nostalgia los envites lejanos de una virginidad inmortalizada en fotografías en color de aquel verano gris en el que te enamoraste de un sueño que al final del mismo volvió a su lugar de origen.

Y por supuesto que la correspondencia fue poco a poco dando paso al olvido.

Hoy, como ayer, miramos demasiado de frente al futuro sin ni siquiera tener constancia suficiente de lo importante que es a veces echar la vista atrás consiguiendo, sin intentarlo, acercarnos demasiado a ese precipicio peligroso en el que la retentiva brilla por la ausencia total de conmemoraciones a las que agarrarnos para sentirnos vivos y que, ¿de verdad no os acordáis?, formaban parte importante de todo aquel proceso creativo que nos llevó a la búsqueda constante de una sabiduría que aún esta por llegar.

Son esos pequeños retazos de sentimientos con formas de palabras los que de repente te trasladan simbólicamente a ese país de nunca jamás del que, valga la redundancia, jamás debiste salir, dentro (a ver si nos entendemos) de un concepto romántico e irreal de lo que se puede entender como evolución.

Dicen los sabios que pobre del país que se olvida de su pasado, advirtiendo, de un modo simple y cercano, que hay cosas que jamás se deberían volver a repetir.
Y a pesar de que estoy de acuerdo con las formas, mucho me temo que no lo puedo estar con el modo abrupto de solo querer recordar los episodios negativos de una generaciones anteriores que atrapadas en diferentes contextos también fueron claves para la evolución posterior de los coetáneos que actualmente tienen el peso de la responsabilidad futura.

Pero para entender la globalidad social de este mundo plural deberíamos empezar por la singularidad manifiesta de todas esas pequeñas cosas que nos hicieron creer en un mundo mejor.

Y esas cartas amarillas que de vez en cuando deberíamos desempolvar son pequeños manifiestos de aptitudes nihilistas alejadas de el ruido y la polución de una sociedad que te obliga a vivir al límite del límite de la velocidad permitida en cualquier carretera nacional de doble sentido.

Hoy celebramos la victoria del Madrid y mañana ya tenemos “Champions”.

Evitando cualquier posible infarto de miocardio os invito a navegar en ese pasado oculto que tenemos guardado en cajas de cartón para, por lo menos, olvidar a ratos el presente de una competición demasiado intensa para cualquier equipito de futbol siete que aspira a un trofeo que aún está por decidir.

 Podéis ir en paz.

viernes, 26 de octubre de 2012

"NULIDAD, SEPARACIÓN O DIVORCIO"


Muchas veces, casi habitualmente, cuando te enfrentas en la soledad de una madrugada más a esa temida página en blanco que quieres rellenar con conceptos sutiles de distintos temas con los que entretener a un lector imaginario, te contrapones simbólicamente a las más oscuras frustraciones que asoman en la recámara de la cabeza que trabaja, adimensionalmente, en otro espacio tiempo diferente al del baile carnal de unas neuronas espesas envueltas en pieles sin cuerpo debajo.

Es entonces, a eso de las dos de la mañana, cuando el tiempo se detiene a tu alrededor con el simple sonido de fondo de un televisor estancado en un canal de televenta al por mayor que ameniza la noche lluviosa de un precoz otoño, que, a diferencia de otros, amenaza con eternizarse en la agonía bíblica de los recortes estipulados por el plantel de espectros que representativamente eligen, con mayoría absoluta, los destinos de aquel colectivo anónimo que un buen día los eligió para gobernar.

Y las palabras, segmentos del discurso unificado habitualmente por el acento, son cada día más difíciles de entender en lo absurdo de una prosa disfrazada de verso con la que nos deleitan cada jornada desde un atril enfocado al centro del universo.

A su Universo.

Supongo que algún antepasado se retorcerá en su nicho con vistas al mar al observar, desde la lontananza, la lejanía con la que las instituciones observan los pecados capitales de un colectivo estancado en una calle cada vez menos transitada por los que eligen los designios confusos de aquellos que no se mueven del barrio.

El amor de la adolescencia democrática ha dado paso al pasivismo cruel de aquellas relaciones que ya ni tan siquiera están dispuestas a entenderse y se soportan desde lejos por el aquello del que dirán.
Pero la parte contratante de la primera parte jamás debería menospreciar aquel convenio adquirido, aquel día, con el cónyuge que feliz firmo la redención esperando una vida deseable.

Las historias románticas, como todo, degeneran con el paso del tiempo y se convierten en recuerdos difusos de un pasado que pudo ser mejor o, que al menos, pretendía ese fin por encima de cualquier otro proyecto ininteligible escrito en letra pequeña.

Son las cosas de la vida, son las cosas del amor.

Hoy, como ayer, observamos el panorama desde la ventana sin apreciar signo ninguno de permuta variable a una mejor predisposición de aquellos que nos obligan a resignarnos ante la parcialidad de un pluralismo reservado a ese lenguaje utilizado solo en los grandes eventos internacionales reducido, en los informativos, a pequeños mensajes optimistas en la cabecera del noticiario de turno que devoramos, cuchara en mano, discrepando de la validez de la solución acordada para, como siempre, enterrar el discurso progresista en el armario de la cocina.

Palabras más, palabras menos.

No puedo ni quiero entender a un mandatario decir aquello de que solo puede elegir entre lo malo y lo menos malo para un gobierno (creo que a estas alturas ya es conveniente decirlo) divorciado completamente con un electorado propio y ajeno que, asombrado, se limita con la soga al cuello a esperar cualquier esperpento deseable con el que nos quieran convencer de que aún es posible convertir el agua en vino.
No deberían, si son inteligentes, aprovecharse de la bondad de un grupo que prefiere pecar de tonto para evitar males mayores demostrando, como no podía ser de otra manera, mucha más mano izquierda institucional que muchos diplomáticos espabilados que aprovechan el contexto para ocultar las formas geométricas de la lapidación de los valores con los que juraron aquel enlace.

¿Al final?
Al final lo de siempre.

La república independiente siempre será la de tu casa.


¿Y de fútbol?

¿Hubo fútbol?

martes, 2 de octubre de 2012

"MANDATARIOS REPRESENTATIVOS"


Los años van pasando y te hacen objetivamente observar las cuestiones básicas de las relaciones humanas de forma sutilmente diferente. Te hacen incluso cambiar la imparcialidad de los actos de los personajes que rodean un ámbito a veces plagado de rivalidad excesiva en un entorno que poco a poco se va convirtiendo en territorio demasiado hostil para la coherencia.

Los valores, como en los mercados bursátiles, bajan enteros al descubrir las verdaderas debilidades de un personal demasiado sensible en las palabras y demasiado arriesgado en los hechos puntuales de una declaración emocional y utópica que en nada tiene se parece a la realidad simbólica de un ideología barata en los tiempos que corren.

Al final, el camino desorbitado de la existencia, abre y cierra puertas a la imaginación menos egoísta de aquellos fieles que se mantienen al margen, gentes que se dan cuenta de que la reflexión esta por encima de la frustración para o, con el único objetivo, de seguir construyendo las bases nada sólidas de la redención.

El reconocimiento mutuo del que antes alardeábamos se transforma lentamente en decepción al entender que los mundos, a pesar de ser paralelos, siempre han formado parte de distintos contextos demasiado alejados como para procurar pararse un segundo a reconocer al individuo como una entidad única, autodeterminación personal en función de las determinadas opciones individuales que cada cual pueda disponer.

Pero vivimos en un mundo enloquecido y demasiado poco apto para corazones propensos a infartos de miocardio que utilizan la pasión para evitar la carga y el desalojo de cualquier negocio local en medio de una manifestación decorada con demasiadas lecheras.
Tasaciones revolucionarias que hacen rápidamente transformar el anonimato en una cuestión mucho más pública y mediática a beneficio de unas redes sociales que echan demasiado humo negro en el cielo gris.

Es ese, el valor de la inconsciencia, el que hace por momentos seguir creyendo en esa gente que de repente actúa por convicción personal afrontando las responsabilidades de sus actos sin temor a equivocarse al disponer la entereza suficiente de saberse libres al afrontar los errores con la osadía del arrepentimiento.

Y quizás eso es lo que más se hecha en falta en una clase política demasiada ocupada en disimular sus errores en el vacío de los discursos repetitivos con los que nos decoran los telediarios públicos a esas horas en que a punto estas de comer.

Tenemos actualmente tal exceso de información que lo único que se puede afirmar es que estamos rodeados por todas partes de confusión.

Lo que ayer fue noticia hoy ya ha pasado al olvido y lo que mañana lo será es lo único que interesa a unos medios de comunicación lo suficientemente voraces como para no atender a razones.


Y las razones, decía un entrenador portugués, son exclusivamente deportivas.

jueves, 27 de septiembre de 2012

"CEGUERA"


Aquel domingo, por extraño que parezca, anunció la llegada de la nueva estación de la manera más sutil posible dejándonos un silencio extraño que invadió los rincones oscuros de una ciudad que se despertaba, a eso de las cinco de la tarde, bajo los rayos de luz de un cielo que anunciaba tormenta.
El otoño llegaba con la resaca añadida de los anteriores excesos que se difuminaban después de un sueño profundo que después de la narcosis nos devolvía de nuevo a la realidad de aquello conocido como existencia.

Todo anunciaba el comienzo de nuevo de aquel flamante curso al que enfrentarse otra vez como años anteriores, nueva aventura local envuelta en perfume obrero del extrarradio de una capital con muchos matices expresados en los miles de grafitis que invadían los distritos de la ciudad.
Noche de fiesta festiva en vísperas de un lunes amargo y laboral con olor a humedad y limpieza.

Septiembre se iba consumiendo entre la irrealidad de un verano para recordar y la realidad atmosférica de lo más crudo de un crudo invierno que llegaría después de la verbena.

Y entonces, justo antes del guateque, se fue la luz.

Aquel fundido en negro se volvió gris como la tinta de la impresora que consiguió el milagro de la ilusión de aquellos corazones expectantes y sonrientes que, boleto en mano, miraban alucinados a la bóveda nocturna encapotada de aquella jornada eclipsada por los acontecimientos.
La realidad volvía de nuevo a superar la ficción de un posible aplazamiento temporal de aquel posible delirio emocional que, al menos, aliviaba la tortura semanal de llegar a fin de mes.

Y el sueño se convirtió en pesadilla.

Los aficionados se transformaron en manifestantes ansiosos de la devolución de un importe demasiado prohibitivo para economías sumergidas situadas al otro lado de un cordón de seguridad no imaginario y que se encargaba, disciplinadamente, de dividir a la sociedad en poseedores de entradas de grada baja y beneficiarios de exclusivos pases de palco.

Los iluminados se quedaron a oscuras en plena calle de Vallecas para despertar de nuevo en pleno corazón de Madrid dos días después.

Algunos, lo más mayores, recordaban anecdóticamente los diferentes apagones acontecidos en los años aquellos en los que soñar todavía estaba permitido, acordándose, recordándonos, que la lucha personal era la única manera de defender la dignidad de los conceptos básicos de una igualdad que, a base de sacrificio, habían conseguido establecer bajo la serena postura de unos altos cargos que observaban desde la lejanía en aquellos años en los que había más que perder que qué ganar.

El palco era difícil pero alguno consiguió la tribuna.

Les asustaba, a los mayores, perder de nuevo todo aquello que se había construido pensando únicamente en el bien común y, que, por causas ajenas a nuestra voluntad, se había ido lentamente distorsionando en lugubres momentos de lo conocido como “nuevo orden mundial”, adjetivo que por otra parte poco tenía que ver con un humilde club de afiliados cuya máxima PRETENSIÓN no era otra que seguir manteniendose en la liga de las estrellas.

Por eso, los mayores, supieron antés que nosotros, los jóvenes, la fragilidad de la burbuja en la que nos encontrábamos y que en cualquier momento podía explotar y no asintieron al escuchar la propuesta ilógica de aquel importe que compraba la ilusión.

Gracias a ellos este equipo existe.

Gracias a ellos, todavía podemos disfrutar.
No lo olvidemos.

Más antes que temprano la luz debera de volver a iluminar el mayor espectaculo del mundo.

jueves, 20 de septiembre de 2012

"CIRCULO CROMÁTICO"


Decían los sabios esos que salen en los programas nocturnos de la dos, programas culturales para especies en extinción, que los colores psicológicos primarios son cuatro.
Como podéis o debéis imaginar, un servidor poco controla los matices de la foto recepción de luz ni de su longitud de onda y, como debéis suponer, mi vida en términos cromáticos se reduce a una infancia vista en el receptor televisivo en un blanco y negro allá en plena transición.
Después, en la temida adolescencia, fueron todos los demás sentidos los que afloraron en aquel cuerpo inexperto.

Pero volvamos a la luminosidad de los pigmentos primarios.

Podría asegurar sin temor a equivocarme que mi color favorito es el rojiblanco y podría equivocarme al asegurar que alguna vez me gusto el AZUL.
Podría, no descartéis este punto, engañaros al soñar en blanco y despertar muerto de frío frente a un gélido paisaje morado, yo que sé, podría incluso soñar despierto bajo las sabanas amarillas de un hotel perdido en el paisaje verde de aquel lugar escondido en el lienzo de aquel pintor que difuminaba el carboncillo.

Demasiadas sensaciones para cualquier arco iris que poder juzgar.

El VERDE, por ejemplo, no brilló en toda su intensidad en una Sevilla nocturna que apura los últimos días de un verano al que le cuesta abandonarnos a nuestra suerte bajo el cielo estrellado de una posible galaxia superior.
Trágica noticia en los titulares alternativos y naturistas de una prensa deportiva ansiosa e implicada, como siempre, en el noble arte de la crispación.
Después, a oscuras, en aquel césped, la sensación de esperanza se fusionaba completamente con el concepto vital del querer y el poder, herida abierta que siempre ilustrara la historia de cualquier individuo anónimo.

De repente, el verde no fue esperanza.

Y es que la Esperanza, virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes, es en la doctrina cristiana un deseo positivo en lo que creer poder agarrarse para resistir los envites demoniacos de la vida cruel que nos toca vivir.
Era, cuando existía, omnipresente en las formas y los modos de, como mínimo, no pasar desapercibida.
Era confianza y era temor, era, a pesar de su nombre, el AMARILLO de unos tiempos grises.
En estos tiempos que corren evitando cualquier sombra de radar, la Esperanza abandonaba el barco justo antes de chocar con el iceberg dejándonos, dejándome, solo y abandonado bajo la sombra negra de un futuro incierto.

Pero, permitirme, hoy no os hablare de ninguna posible tristeza que pueda enturbiar el devenir de los acontecimientos que nos quedan por vivir ya que mañana, queridos camaradas, será de nuevo noche europea para volver de nuevo a la normalidad aparente de cualquier bodegón pintado al óleo.

Las cosas pasan, decía aquél, porqué tenían que pasar y, todavía hay cosas que son lo último que se puede perder..., después de una noche de farra en la que todo es demasiado borroso como para distinguir cualquier clase de pigmento reconocible en lo que parece una bandera.

Son los colores los que nos alteran los estados de ánimo cuando los estados de ánimo están lo suficientemente susceptibles como para discrepar con el de al lado.

Y el espectro visible de la intransigencia nos recordó que, al final, siempre es el cerebro el que percibe la particular luminosidad de unos rayos que comúnmente salen del sol a esas horas intempestivas en la que los bares siempre están a punto de cerrar.
Será justo en ese instante cuando veras el marrón de unas circunstancias extremadamente obscenas como para acercarte al ROJO


¿Y que decir al respecto?

Pues que descanse en paz. 

viernes, 7 de septiembre de 2012

"LOS YÉBENES"


Es cierto, es muy cierto aquello de la depresión post vacacional que seguimos padeciendo sin recordar aquello de aquel que tropieza dos veces en la misma piedra mientras, nos volcamos de nuevo en saber entender, aquello repetido de, el reencuentro con la rutina.

Momentos de reflexión máxima en los que deseamos ansiosamente aquello conocido como jubilación.

La ciudad, en el regreso no deseado, se convierte en todo aquello alejado de la complicidad anterior en el que se junta el hambre con las ganas de comer.
Y los omnívoros sociales nos volcamos en aquello de retomar las costumbres pasadas que en la playa quisimos cambiar, pequeños detalles vitales que nos arrastran a la existencialidad más absoluta entre botellín y botellín.

Y volvemos con fuerza para volver a intentar demostrárnoslo otra vez.

Es ahí la clave, el detalle importante de saber resistir a una primera semana de poco trabajo y demasiado reencuentro.
Después, poco a poco, nos iremos enredando en el subsuelo de la transición eclesiástica de nuestras  anónimas existencias para, de repente, necesitar de nuevo la dosis mercenaria de la absolución laboral en, a poder ser, fechas cercanas al día de hoy.

Hubo un gilipoyas, me contaron, que dijo aquello de que el hombre nació para trabajar. 
No me preguntéis por él, no recuerdo su nombre.

Hubo listos que apostaron por lo contrario convirtiéndose en exactamente en aquello por lo que nunca apostaron, transformarse lentamente en seres nihilistas que se adaptan a los tiempos actuales sin expresarse de modo ninguno encerrados en su pequeña individualidad.
Gentes silenciosas que se reducen emocionalmente a aquello antiguo de seguir pasando desapercibidos ante el ruido mediático de aquello conocido como exceso de comunicación.

Hablando de las cosas antiguas me desplazo, buscando un soplo de aire fresco, emocionalmente hacia un pueblo situado a cuarenta y dos kilómetros al sur de la capital  castellano manchega (Toledo).
Una pequeña población de unos seis mil quinientos habitantes que en los festivos o en las épocas estivales aumenta notablemente su población.
Es San Blas su patrono y es Olvido Hormigos su concejala socialista.

Hasta aquí todo normal.

El pueblo, me cuentan, es un enclave tranquilo en el que todo el mundo se conoce dentro de unos parámetros solo permitidos a los núcleos pequeños de población y, detalle mucho más importante, todo el colectivo respeta la individualidad del vecino de al lado dentro de los límites educacionales de la discreción.

De repente, las redes sociales, cárceles con celdas expuestas a la observación, alteran la paz infinita de la sombra de los cipreses.

Y el silencio de aquellos que alternan en la idiosincrasia se transforma,entonces, en un murmullo popular que invade, cual sombra oscura, las paredes de unas calles antes silenciosas.
El alzamiento de voz popular se transforma en noticia y el pleno del ayuntamiento en trending topic.

Y yo disfruto de ese paréntesis maravilloso con el que me encuentro a la vuelta de Benidorm, momento utópico intermedio entre el placer y el desenfreno de las obligaciones sindicales en el organigrama de una agenda saturada de frustración.

Increíblemente, no recuerdo la última vez que me ocurrió, empiezo a valorar a una figura política por sus formas y su aptitud.
Incluso, por momentos, me planteo censarme en aquel paraje húmedo.

Al final desisto y me mantengo alerta esperando que de nuevo, cualquier diosa que se precie, me vuelva a sorprender.
Respiro en alto y me siento feliz, la vida puede ser maravillosa.

¿Puedes escucharme Cristiano?

martes, 4 de septiembre de 2012

"SONATINA"


En la penumbra crepuscular de cualquier sesión nocturna, cuando los gallos del amanecer descansan recluidos esperando de nuevo una nueva amanecida que les vuelva a hacer creer en su fortaleza rutinaria, trabajamos bajo las sombras de esas horas intespectivas en lo que lo más que se llega a distinguir es el ruido del viento a través de la ventana semi abierta de una habitación solitaria y, cigarro en mano, buscamos el momento perfecto para investigar dentro de el subconsciente las maneras de expresar en forma de palabras lo que sucede alrededor.

El silencio, gran aliado en casos como estos, mantiene fija la vereda que separa la cordura de la enajenación absurda de una sensatez rescatada de los ademanes sociales que nos representan en este mundo poco cordial con los soñadores.
Esa quizás puede ser la razón por la que ejerzamos nuestro derecho a redactar la somnolencia de aquellos extraños que están a punto de desperezarse para, de nuevo, reinventar el mañana, donde, con la lucidez de los desayunos, se aprovecharan egoístamente de mi lenguaje para llevarlo a terrenos menos inhóspitos en el universo dramático de la co existencia común.

Y al convertir el agua en vino, cual parásitos de lo más lascivo, intercambiaremos los papeles al ser ustedes los que hagan mis palabras suyas mientras, permítanme, un servidor se volverá de nuevo a introducir en el ataúd de IKEA que tanto me costó montar.

Son esas horas en las que la televisión descansa dejándonos, valga la redundancia, descansar.
Y es ese aparato, con el volumen quitado, el que acompaña la soledad de aquel que sigue observando las sombras que pueblan los pasillos mientras observa, de fondo, imágenes de unos atletas paralímpicos demostrando, con creces, un afán de superación que muchos ansiamos poseer buscando, porque en algún lado la tuve que poner, la voluntad que de vez en cuando echo en falta.

Palabras mayores que diría aquél.

En estos tiempos del sálvese quien pueda deberíamos tomarnos unos instantes de reflexión ante las oportunidades que, a lo mejor sin merecerlo, tenemos los afortunados seres que no sufrimos (al menos en apariencia) discapacidades físicas, mentales o sensoriales, gentes de bien que desconocemos el significado de las discapacidades motoras.

Y por supuesto que no estoy negociando con la sapiencia de mis queridos lectores de la cual no dudo, tampoco, y me gustaría que esto quedase bien claro, intento con este reportaje ahondar miserablemente en la bondad, humanidad y sensibilidad de un público acomplejado y cínico que se crece con las desgracias ajenas, quiero entender que ese tipo de seres no son mis leyentes.

El “sensibilismo” me da bastante por el culo.  

Intento expresar el verdadero problema de lo que observo en cualquier rincón del alma urbanita de una población demasiado ocupada en perder los años que les quedan por vivir, la INCAPACIDAD.
Mucho me temo que a veces tomamos como ejemplo arquetipos, marcados a sangre y fuego por imposición legal de aquellos que cambian las tendencias, sin pararnos un segundo a valorar nuestras propias deficiencias.

Y es triste compañeros.

La putada es que, a día de hoy, no existen Olimpiadas para los incapaces.

Y lo triste, como es de lógica, produce tristeza.

El desconsuelo siempre es entendible y probablemente la melancolía haya sido la responsable de los mejores versos que se han podido leer.

Pero la aflicción son palabras mayores en la personalización del que lo sufre; 
es el llanto quejica de un bebe que quiere comer, es el momento justo en que la tarde de invierno da paso a la noche fría y lluviosa de aquel marido divorciado encerrado en un estudio de alquiler, es la última página de la adolescente marchita que acaba de descubrir el desamor en el cuarto de baño de un instituto público, es un jubilado viudo viendo la vida pasar ya sin cómplices en vida, es la nostalgia de aquello, de lo nuestro, aquello que se quedo estancado en un pasado, es ....

Son demasiadas cosas.

La desdicha siempre estará al acecho de cualquier mortal que se precie y que tenga un cierto grado de sensibilidad, por supuesto, pero la incapacidad es la que hará la sucia labor de mantenerla estancada en el triste espíritu de aquel que no sabe luchar.

Pobre del que llora en silencio porqué quizás nadie le prestara la atención suficiente como para aminorar la caída.

Pobre del que llora en público pues demostrara que es la necesidad manifiesta de acaparar, aún más si cabe, la atención en el centro mismo de un egocentrismo exagerado.

La princesa esta triste….

sábado, 1 de septiembre de 2012

"OLIMPIADAS Y RELIGION"


"Poncio Pilato, el gobernador romano de Judea, cuando presento a Chus, un colega con barba, ante la multitud hostil que, voluntariamente o no, esperaba solventar el futuro de mi amigo el reo, se expreso hablando de él en este termino: Ecce homo.
Hasta aquí todo normal teniendo en consideración que aquél era el idioma hablado en un latín raro y absurdo que nos han intentado enseñar en segundo de bachillerato.

En español tendría titulo de culebrón misógino con una audiencia media del veintitrés por ciento del share en las horas de la siesta.

Cuando aquel individuo salió a escena con una corona de espinas, aquel gobernador se refirió a él en aquellos términos:
-“He aquí el hombre”- nos dice San Juan en el evangelio en el pasaje completo de la escena más dramática de la Pasión.

Paranoias bíblicas dicen algunos.

Actualmente una de las representaciones pictóricas de tal noble momento, ha sido noticia de los informativos televisivos en los que jamás nos veremos reflejados, espacios subvencionados de información enfocada a la visión, liberal, de aquel que pone la pasta en la productora.
La noticia surgió de aquella misionera de barrio, mujer discípula impaciente del querer servir a una causa común a todos los mortales sedientos de algo en que creer.
Monjas disfrazadas de civiles que reinan en las alcobas viejas de los inmuebles viejos de la desesperación.
Personajes que lloran, rezan, sufren y limpian los cuartos oscuros del pecado aquel que un día se pudo cometer.
Una de ellas, en pleno orgasmo simbiótico con el reino celestial, de repente, limpió demasiado aquella obra de arte expuesta a una taquilla necesaria.
Y pobre de aquél que no valora la necesidad de un colectivo refugiado a las cenizas del pasado.
¡Cuidado!.

Y el arte se difumino en publicidad.

La obra titulada como el pasaje religioso del que anteriormente os puse en situación (lo de alerta o no os lo dejo a vuestro libre albedrío) pasó a convertirse en mito.
Lo bueno y malo de las redes sociales es que, por ejemplo, conseguirán, queridos lectores, que alguna lea disimuladamente este texto sin tener que contar nada a la familia.
También conseguirá que los mortales urbanitas conozcamos el “Ecce homo”.
Bueno o malo no sé si será para las nuevas generaciones.

Para mí, humilde servidor, refleja todo aquello de lo que no se debería de hablar y, valga la redundancia, de lo que se habla para tapar otros temas.
Las olimpiadas reflejaron exactamente lo contario a aquel lema que nos inculcaron a base de sarcasmos bíblicos en los que, la obviedad, se ocultaba bajo cuentos infantiles de seres que una vez existieron a su manera.
Probablemente no entendáis el lugar donde quiero llevaros, pero aparte del hombre, existió la mujer.

Y ellas, las más bellas, son capaces de no saber donde buscar el espíritu celestial con el que se las engendro.

Eva jodio el paraíso, no lo olvidemos.

La sociedad, abierta con el tiempo pero anclada todavía en ciertos pasados oscuros, las preparó para seguir una lucha abierta contra todo y todos los que de vez en cuando merodeábamos por allí.
Ejemplos, como los de estas ultimas citas olímpicas, nos hacen reflexionar y valorar un trabajo de superación lo suficientemente importante como para valorar ese espíritu femenino de pura constancia, cosa que humildemente se puede hacer en soledad, digo lo de valorar, para intentar entender ese universo paralelo, pero, y os digo de corazón, hacerme caso y ya empezar a dejar de joder.

El placer no esta en follar decían en una película.

Pero sigamos siendo medianamente devotos a la mística del creyente aquel que basa su futuro en las causas perdidas de aquella sombra femenina en la pared de un baño repleto de azulejos blancos.

Y por tanto, entonces, cambiemos de parecer.

Quizá fue Adam por su indecisión el que jodio la marrana.
No lo sé.
Estaba, como dicen ellas, quizás un poco ausente de la transcendencia vital de aquel momento ovulatorio en el que, supongo, desconocía que me encontraba.
Movidas absolutamente planetarias, queridas mías, que espero entendáis en el discurso masoca de alguien lascivo."

Con aquellas palabras se dirigió lentamente a la sacristía.

Lo fácil fue abandonar lo votos.

Lo jodido acababa de empezar.

miércoles, 25 de julio de 2012

"YO SOY ESPAÑOL"


Desde aquellos maravillosos años en los que, como decirlo, las cosas se veían desde el carisma de un optimismo moderado, el tiempo no ha conseguido renegociar las ceremonias del canguelo con las tribulaciones pasionales de la dualidad de un deseo que a lo mejor tuvimos en la hoguera de San Juan.
Es cierto que las cosas eran diferentes antes.

No sé si recordáis, yo me acuerdo perfectamente, de que antes ganábamos todos los amistosos del mundo y entrábamos en las fases finales con el pecho demasiado fuera como para valorar el grueso de una competición que siempre se llevaban otros.
Eran otros tiempos.
Eran épocas de paz y después gloria en las mentes de aquellas generaciones de hombres y mujeres trabajadoras que anteponían su sacrificio a la voluntad de unos vástagos hambrientos de ganas de comerse un mundo plural al disponer, bendita gloria, de múltiples opciones de enorgullecer a sus antecesores administrando, eso sí, oportunidades que sus antecesores jamás pudieron ni tan siquiera imaginar.
Eran tiempos de cambio en época de crisis con el sueño de envejecer tranquilamente después de una vida dedicada a la familia.

Por aquella hasta llegamos a una final de un Europeo que Platini se encargo de joder.

Y la familia, esa familia a la que algunos actualmente se encargan de subrayar bajo la tutela, por supuesto, de sus intereses, era la base obrera de una generación que vivió por primera vez a la altura de una clase media que quisieron inventar los de arriba para disfrute del currante que después de ocho horas se sentaba a estudiar con el chaval en la habitación que pagaba en cómodos plazos mensuales.
A pesar de unos diminutos sueldos, la esperanza de la prosperidad tumbaba cualquier barrera utópica en la ilusión de seguir creciendo.

Y crecimos.

Fuimos creciendo aprovechando de mejor o peor manera las oportunidades que se nos pusieron delante de aquel escritorio con flexo.
En aquella joven democracia parecía que la igualdad por fin se iba poco instalando en aquello conocido como estado del bienestar, concepto de las ciencias políticas y económicas con el que se designa a un modelo general de un Estado que provee ciertos servicios y garantías sociales a la totalidad de habitantes de un país.
Pero repito, eran otros tiempos y, nosotros quizás, éramos demasiado jóvenes.
Y la juventud, esta bien recordarlo, siempre seguirá siendo ingenua buscando constantemente la manera de cambiar un mundo que ya tiene el ritmo demasiado estancado en la ambigüedad del querer parecer lo que nunca ha sido.
La sociedad, en general, se mueve al ritmo que marcan los compases de aquellos seres anónimos que marcan la evolución de los acontecimientos basándose única y exclusivamente en el sistema que mejor puede  actualmente disimular todos los errores del ser humano, el capitalismo.
Y es que, como débiles que somos, el enganche obsceno hacia la evolución constante de las propiedades materiales, nos hizo de repente olvidar leer la letra pequeña de un procedimiento fiscal que no es que nunca manejaremos, no, el mismo se encargara de hacerlo por nosotros pecadores.

Volvimos a seguir ganando amistosos en todos los ámbitos de las competiciones internacionales sin tener, ni siquiera, confianza en aspirar a unas simples semifinales.
Tan solo el oro olímpico nos hizo resurgir la vena más patria en el declive deportivo de un socialismo demasiado apoltronado en el poder.
Los acontecimientos lógicamente, volverían a cambiar.
Las sombras de la corrupción asomaban a una opinión pública demasiado precoz para ciertos menesteres y que intentaba seguir con su rutina laboral.
El bigote entonces aprovechó su momento para imponerse en los desfiles de una moda nacional necesitada de alternancia, elevando el españolismo a valores solo conocidos posteriormente por meritos deportivos.
Y, como por arte de magia, el progreso, el auge, la expansión, y todo aquello relacionado con los cojones hispanos nos convirtieron de repente en una de las primeras potencias mundiales alternando desayunos con los jefes de un mundo desigual.
Desconocíamos de aquella el precio pactado por tal magnánima posición y nos centramos, seguimos siendo débiles, en hinchar las huchas de nuestra novedosa economía emergente.
El mundo nos miraba con admiración y nosotros, orgullosos como somos, pasábamos los días mirándonos en el espejo.
Pero, insisto, todo tiene un precio compañeros.
Quizás fue la decimoséptima ocasión, quizás la cuadragésimo novena vez que un dirigente perdía de nuevo el norte enfrascado en asuntos de Estado que le superaban con creces por acercarse demasiado a una delgada línea roja que iba del tedio a la pasión obscena del paleto ignorante que se acerca demasiado al embaucador culto que se aprovecha de la situación y lo lleva a territorios inhóspitos donde ya no existe la marcha atrás.
Y de repente, sin comerlo ni beberlo, nos vemos involucrados en un conflicto demasiado alejado de nuestras pequeñas perspectivas geográficas como para entender nada de lo que pasaba a nuestro alrededor.
Nunca una decisión personal puede llevar el sello de una nación que en su gran mayoría opinaba lo contrario, razón suficiente para perder el rédito electoral que se había conseguido urbanizando el suelo de este país.
Y llegó el profeta de las causas perdidas para apuntalar más el desasosiego de la población en los cargos públicos que representaban, representan, el devenir político de unos gobiernos más interesados en el partidismo absurdo cerrado a cal y canto que el mucha veces mencionado por los hipócritas congresistas, bien común.

Pasar del bigote a las cejas era una manera profética de saber que las cosas se estaban empezando a hacer por el tejado.

Refugiados como estábamos en las carteras llenas, dejamos, TODOS, avanzar lentamente a los estamentos a grados de degradación casi imposibles de corregir hoy en día.

Y de repente….
 ZAS!!!! En toda la boca.

Ya daba igual que lo ocultaran, daba igual que lo denominaran de cualquier manera apta para todos los públicos, daba lo mismo que unos y otros se echaran los trastos en la cabeza; la CRISIS venía dispuesta a acabar con el de siempre.

Y es entonces, en el lado oscuro, cuando la mierda se ve con mayor nitidez que nunca.
Pero, coño, ganamos la Eurocopa.
"Y España entera salio de borrachera"

Y los responsables máximos de la ruina de este país, porque no olvidemos que han fallado todos de manera estrepitosa, se escondían en la alegría de un colectivo necesitado de triunfos haciéndose la fotografía típica para pasar a la posteridad ocultando, ocultándonos que los problemas reales poco tenían que ver con lo recogido en los titulares insulsos de unos medios de comunicación corrompidos por el poder.

Mientras nos preparábamos para la Copa del Mundo esperanzados con repetir el triunfo anterior, los diecisiete reinos de Taifas especulaban en el mercado de valores de la independencia estatal para, en algunos casos, promover a barones de partidos adictos al egocentrismo típico y tópico de la tozudez autonómica.

Tan solo un joven de Fuentealbilla rompió en parte la división creada por la ley del yo tengo más que tú.
Y por supuesto," España entera….

Y lógicamente el gobierno volvió a cambiar de modo pero no de forma contándonos cuentos sin final feliz para atemorizar, más si cabe, a todos aquellos pequeños ahorradores que empezaban a ver las barbas de su vecino pelar.
Pero ya empezaba a ser tarde para todos aquellos cargos públicos que hasta entonces jamás se había preocupado de la imagen pública que pudieran dar.
Uno de los mayores errores que los gobernantes han cometido ha sido menospreciar al populacho, un colectivo demasiado inquieto y lo suficientemente preparado como para no confundir las churras con las merinas y exigir a sus representantes cumplir con la obligación de presentar soluciones a los problemas que se demandan.
Por fortuna, los colectivos independientes han empezado a resaltar en la escena política y pública española desestabilizando el anacronismo camarilla de unos mandatarios poco acostumbrados al no partidismo de las protestas.

Hemos vuelto a ganar la Eurocopa y, sí, somos el primer y único país en lograr semejante hazaña.
Os digo de verdad que es impresionante la generación de futbolistas que campan por el ancho de nuestro reino.

Hablando del Reino, y sinceramente lo digo sin acritud, quizás no era este el mejor momento para sacar los trapos sucios de una familia Real que se descompone entre cuñados, elefantes y tiros.
Supongo que es parte del proceso de descomposición de una democracia joven y confiada por la incompetencia de unos legisladores ciegos y sordos que no se acercan a la ciénaga de la jodida cruel realidad.
Y, opinión personal, es ahí donde radica el problema quedándonos por tanto dos opciones:
- Volvamos a empezar de cero reinventando las instituciones de forma y manera que los poderes legislativos se adapten a la realidad actual (una vez se hizo).
- O que sea lo que Dios quiera porque estamos hasta los huevos de que siempre paguen justos por pecadores.

jueves, 7 de junio de 2012

"PRECIADO"


Se ruega silencio.

Imagino, en uno de esos viajes astrales que suelo realizar, que hoy en la rivera del río Piles esta “orbayando” suavemente en un día gris de esos que te recuerdan la más pura esencia de una región y de una ciudad desvastada por los acontecimientos.
Imagino “El Molinón” en silencio bañado por la suave lluvia que acompaña el transcurso de una jornada más de ese campeonato rutinario y cíclico que nos expone la más cruel de las realidades en aquello conocido como existencia.
Hoy, sigo imaginando, la ciudad esta envuelta en una extraña capa de silencio que interrumpe los preparativos de una nueva época estival.

El destino, esa fuerza desconocida de la que se cree que actúa de forma inevitable sobre las personas y los acontecimientos, ha decidido poner un punto final controvertido a uno de esos tipos que aspiraba exactamente a todo lo contrario.
Y es que, entre las múltiples lecciones que como persona nos pudiste dar, tu máxima fue siempre la de seguir adelante.

Hoy es un día triste para miles de corazones que no solo se sintieron cómplices con tu proyecto sino que se sienten quizás un poco más huérfanos con tu aptitud, no en vano fuiste capaz de dar personalidad a un sentimiento que andaba escaso de efectivos desde el infierno de las malas gestiones de un club que vivía en el desasosiego cruel de la ausencia de una identidad que conseguiste recuperar a costa de la virtud del sacrificio.

Entraste en la dinámica de superar con creces todas las barreras que se te cruzaron en el largo camino de una existencia llena de dificultades para apropiarte, jodido ladrón, de la personalidad que envuelve todo aquello que rodea a un escudo y que sobrepasa los limites geográficos de la localidad que despidió, quien me lo iba a decir, tu itinerario profesional a tan solo un día de firmar, de nuevo en el Mediterráneo,  un nuevo capitulo de tu queridísima ocupación.

Pero Manolo, y esto es lo que más le honra, ha sido, es y será mucho más que un técnico de futbol por muchos motivos.
El carácter de una persona esta generalmente basado en la personalidad de unos valores inculcados a lo largo de una existencia por el contexto que el individuo pueda tener a su alrededor.

Pero, ¿y el carisma?

En este caso la virtud depende única y exclusivamente de la magia de una mezcla explosiva que involucra demasiados factores creando una identidad atractiva para un colectivo necesitado de líderes.
Es, esa, una virtud con la que se tiene que nacer y posteriormente cultivar durante las distintas estaciones que nos llevan a la plenitud de la experiencia en la que, considero, que ya te encontrabas.
Hoy en Torrelavega, en Santander, en Murcia y en Valencia también te lloran y eso, queridos camaradas, no es un detalle banal en la carrera de fondo de un personaje que supero personalmente cualquier hazaña deportiva.

Cada vez quedan menos Preciados en un futbol donde lo absurdo se tiñe de elitismo y la inaccesibilidad es el parangón del mediático y millonario ritmo de una competición cada vez más lejana de los valores terrenales de los aficionados que hoy, pierden un referente personal.

Solo los elegidos logran lo imposible y tú desde este siete de Junio has pasado a la inmortalidad dejándonos a todos un poco más desamparados en los envites de una vida a veces injusta y tremendamente dura que debemos, tenemos que continuar.

Manuel Preciado:
“Tengo la mente muy abierta y clara. Detrás de los que se han ido, a los que lloro muchos días, hay otros que están, como mi hijo, mi hermana, mi madre… sería un cabrón entre comillas, si no diera todo lo que doy. A veces me lo como, pero yo sufro como cualquier ser humano, aunque no vale de nada. Me lamento. Me digo ¿por qué? Pero hay muchos detrás a mi lado, y sólo por ellos tengo que tirar para adelante como un campeón”.

Me temo que hoy en Gijón no va a salir el sol.

Gracias de corazón por hacerme feliz CAMPEÓN 

miércoles, 16 de mayo de 2012

"DE LO QUE HUBO...., DE LO QUE HABRÁ"


Hay aniversarios más o menos obscenos dentro de aquello que se entiende por celebración.
Hay celebraciones obsoletas que no se acaban de entender por muy obscena que sea la conmemoración de turno.
Hay victorias y hay derrotas entre vencedores y vencidos, hay vencidos victoriosos y hay triunfadores derrotados por los acontecimientos acontecidos durante ese margen concupiscente al que nos referimos todos como temporada regular.
Hay tabaco en la mesita y sol en la calle.
Hay, existen y existirán las mismas historias que se repiten de manera vulgar cada etapa de unas miserables vidas al borde del infarto.
Hubo llantos y habrá alegrías expresadas en las fuentes públicas que, una vez más, adquirirán un protagonismo deseado en los miles y miles de forofos que pueblan las calles de una ciudad que empieza a convivir con el calor. 
Hay elementos alternativos que pueden alterar cualquier clase de triunfo con las dudas básicas del perdedor.
Hay descensos al infierno y pasajes express para un cielo que inunda el horizonte de dudas.
Existen también individuos uniformados que velan por la seguridad de aquel que vive desbordado en la alegría de un nuevo título conseguido con garra y sudor por personas ajenas a su círculo más cercano pero que, de alguna manera, son como parte de una familia imaginaria en la que depositan sus más vulnerables promesas de cambio de ciclo.
Y, por supuesto existen los cambios de ciclo en lugares llamativos bajo la atenta mirada de los delegados de un gobierno que espera paciente el encendido de la mecha de lo que puede ser una bomba.
Hay bombas informativas en diarios que viven a costa del titular barato dibujado en fotomontajes de aquello que mañana dejara de tener interés general.
Hay demasiado opio para un pueblo perdido en los números de aquellas jurisprudencias marcadas desde un Berlín occidental que se erige como el salvador de las causas perdidas.

Hubo una vez una Grecia Clásica que domino el mundo existente.

Habrá, y es que el tiempo es muy sabio, verdades más o menos objetivas en la visión diferente de aquellos que ven las perspectivas desde un prisma difuso y cobarde al no entender (o no querer entender) las virtudes de un rival al que convertirán en enemigo.
Habrá paz para los malvados en las trastiendas de los bares donde, años atrás, se originaron las revoluciones de aquellos jóvenes, y ya abuelos, que nos enseñaron lo que era la indignación.
Hay inyecciones que curan en salud y hay supositorios que duelen al introducirse en organismos heridos en la más común de las causas más estables dentro de la gravedad.
Hay alcohol en latas de cerveza orientales que abundan por los retretes de la zona de ocio de una capital que celebra en silencio el triunfo de la clase urbanita y acomodada después de dejar el pueblo.
Habrá jóvenes con responsabilidades que se crecen ante las adversidades de la apariencia.
Hubo confidencias a medianoche en los despachos de los gestores que se escondían debajo de un traje de marca mientras consumían sustancias nocivas para la felicidad.

Habrá futuros montajes escénicos que dilapidaran la creatividad de un sistema cada vez más autoritario con las cosas del comer.
Hay sexo salvaje en las esquinas lascivas de los clubs de alterne alternados por aburridos comerciales del pecado que pagan desde la lejanía la hipoteca de aquella hermosa dama que se transformó, quien lo iba a decir, en un rival demasiado hostil para el amor.

Hubo tiempos mejores.

Habrá que protestar antes que el “Derecho” nos impida el derecho democrático de buscar la paz en un país enfundado en la guerra simbólica del quiero y no puedo.

Habrá más Naranjitos.

Hubo demasiado fútbol para un corazón acostumbrado al botellín frío de las tardes amarillas de los fines de semana de carrusel.
Habrá vacaciones Santillana y piscinas con socorristas argentinos exultantes ante las maravillas de una vieja Europa sin corralitos.
Hubo un Bachillerato de interés general en el que nadie me explico aquella máxima marxista de los chaqueteros con cuenta corriente en “Bankia”, gentes escondidas en grandes coches que no se suelen rebelar ante un sistema que los acoge en le seno de la hospitalidad manifiesta y, aquí sí, obscena, del egoísmo conservador de los clasistas.
Hay, gracias a Dios, gentes jóvenes y románticas que volverán a creer en aquella utopia de aquello de cambiar un planeta al que no sabemos cuando podrán bajar de nuevo a planta, corazones enérgicos que a su manera seguirán manteniendo su particular revolución hasta que la estructura establecida se encargué de desmontar falsos mitos que benefician a demasiados elementos discordantes detrás de un imaginario cordón policial.
Y habrá cargas necesarias contra manifestantes antisistema que nunca tuvieron oportunidad de agasajar a una Diosa con una bufanda.

Hay polis buenos y polis malos.

Hubo una vez una princesa en aquel Madrid de los ochenta que se enganchó a la heroína creyendo en la libertad.

Hubo libertad.

Hay, en breves jornadas, Eurocopa.

Pero por favor, no nos olvidemos, hay gente protestando en Sol un poco por todos nosotros pecadores.

viernes, 20 de abril de 2012

"RESACA"


Salió a la calle sin tener demasiado claro donde había estacionado el vehiculo la noche anterior y ya en el recodo del portal descubrió que las prisas de nuevo le habían jugado una mala pasada al descubrir, en el término más horrendo de la expresión, que se había dejado las llaves dentro de aquel apartamento situado en la zona noble de la ciudad.
Era consciente de que aquella fresca mañana de Abril le iba a ser prácticamente imposible mantener intacta aquella máxima de la puntualidad, principio básico de una forma de ser exigente y profesional en todo aquello relacionado con un curriculum vitae en continuo movimiento.
La lluviosa noche anterior dejaba en el ambiente un aroma a frescor de lavanda en la costanilla que rodeaba su bloque de viviendas ocupadas por vecinos con los que las relaciones sociales brillaban por su ausencia.
El despertador, aquella mañana, había sonado demasiadas veces como para intentar, de verdad, despertarse de alguna manera en aquella cama ocupada por dos cuerpos entrelazados bajo un edredón blanco del que nunca quiso salir.
Es cierto que llevaba demasiado tiempo alternando cada jornada con esa sombra que poblaba los pasillos en el silencio de una soledad furtiva y no deseada, es cierto, también hay que decirlo, que aquellas baldosas blancas estaba demasiado frías como para corretear desnuda por un apartamento decorado con los restos de un fin de semana de comida a domicilio y tabla de planchar empotrada a la pared trasera de una minúscula cocina americana.
Nunca pensó, ni siquiera en sus más intimas fantasías, que renunciaría a casi todo a cambio, lamentable trueque, de un ratito de compañía cada atardecer con la caída del sol después de volver de trabajar.

Más de una vez le intente explicar que nada es gratis en esta vida mísera y reprochable, nunca me escuchó.

Llegó al trabajo dispersa y acelerada al saberse responsable de la perdida de tiempo de un global que nunca tuvo un momento para ella, se adapto, como durante todo un pasado obtuso en el que se escondía debajo de su ordenador, a desarrollar su función desde la más estricta competencia en total rivalidad con ella misma y asintió, aunque no siempre de buena gana, a las palabras de cualquier superior que se dignara a encargarla cualquier clase de responsabilidad envuelta en humo.
En la jornada laboral de aquellas siete horas disfrazadas de ocho, las competencias se volvieron frustraciones en la búsqueda de la salida a una libertad individual que nunca acepto porque, a pesar de subsistir en su particular clausura no se supo enfrentar a la perdida de la independencia en pareja.

Ella era consciente de que al volver, él ya no estaría.

Y cualquier plan pasado empezó a formar parte concretamente de eso, del pasado.

Caminando descalza por aquel suelo descubrió entre la ropa sin planchar el número de teléfono que evito el suicidio colectivo de un espíritu demasiado rebelde como para demostrarlo.

Y se despertó.

Se despertó bajo aquel chaparrón sin entender, a pesar de los pesares, su ausencia en aquel fin de semana de aniversario en el que había decidido viajar a Barcelona dejándola desamparada en el largo camino de la incomunicación con la excusa de ver el fútbol.


Bajo el edredón dormía otro.


NOTA: Relato dedicado a aquellas nobles personas que mañana verán el Clásico y que confunden a     Naranjito con una Mandarina. 

jueves, 12 de abril de 2012

"ES POR TI ng"


Tus palabras decían de memoria lo que dicen todas y tú eras consciente de aquello que hablamos de saber entender a un prójimo cercano y cómplice.
O eso creía yo al volver a tratar asuntos demasiado alejados en el tiempo de un contexto diferente en las formas y en los gestos de una relación que se iba lentamente a estancar en un muelle obsceno y hostil para espíritus, como el mío, demasiado acostumbrados al no pasaran.
Y en ese punto en concreto de una historia más o menos común y cercana, las excusas sobraban a la hora de alternar en aquel bar de los excesos bíblicos que anteponían la fe a las maneras de sabernos querer.
Pero no es fácil cariño.
Yo, por más que intentaba entender algo de aquello que me decías en idiomas muertos, escuchaba sin saber la finalidad del mensaje transcrito, intentando, y todo hay que decirlo, intentando ser juez y parte de aquello que un día sonó a música celestial sin aprender, maldita tara, una sola partitura de aquel concierto en do menor.
Pero los años provocaron que la exigencia cambiara de sitio y que lo que antes era gris se volviera, de repente, marrón.

Compartimos las mismas toallas, distintos sudores.
Eran hoteles rurales que un buen día quisimos compartir para reservar, a nivel rural, toda aquella energía que no supimos esconder en los hostales que la caridad de la luna nos presento en aquellos tiempos del todo o nada.
Y en las ofertas del todo a cien descubrimos nuestro potencial como supervivientes de la categoría más alta de aquel premio de baile regional.
Y sonó el himno nacional.
Pero tú, como siempre, seguías ausente a cualquier pequeña expresión que intentaba poderte transmitir siendo poco consciente, y eso es trágicamente cierto, que quizás era yo siempre el que no escuchaba.
Pero, y lo digo de verdad, ahora ya nos da igual.
Tu tienes una vida que has intentado dibujar y yo tengo una existencia tan efímera como la tuya.
Dejemos entonces todas las posibles disputas y centrémonos mutuamente en disfrutar de los acontecimientos venideros.

Siempre habrá un antes de muchísimas cosas que revoltean a mi alrededor, siempre habrá un después en una esquina de un bar con llantos.

La aptitud la marcan las buenas costumbres.

Ayer deje de creer en ti.
Hoy me sigues demostrando que te sigo queriendo.

En esta puta locura de la búsqueda de la felicidad seguirás estando presente y esto,  de alguna manera, es lo más bonito que te puedo decir.

Tu fe nunca decaiga.

No debes desmayar.

(Para ellas)

viernes, 30 de marzo de 2012

"REFLEXIÓN SPORTINGUISTA"


Tres y treinta y nueve de la mañana de uno de esos días que te devuelven a la rutina laboral de aquel que ejerce su derecho constitucional de formar parte de la llamada revolución social con la que algunos, llamémosles sindicatos, hacen o quieren hacer lo mejor por la clase preferente.
Y no nos olvidemos, la clase preferente es la que consigue crear clases preferentes.
Hablemos de clases preferentes.
En la escena central de la película “Volver a empezar”, película dirigida por José Luis Garcí y ganadora del primer “Oscar” de la historia para el cine español, el protagonista desvela su futuro al que fue su mejor amigo en la juventud en una escena mítica en la que los dos acaban hablando de fútbol. Concretamente del Sporting.
Y aquel equipo era el ejemplo de lo que fueron, son y serán los colores de una ciudad, si me apuráis de toda una región, que mañana estará pendiente de cualquier clase de información relacionada con la primera gran final de tantas y tantas tardes de sufrimiento compungido en las orillas de una Escalerona trastornada por los acontecimientos.
En estos tiempos de frustración añadida a las corresponsalías internacionales que solo saben hablar de valores no demasiado institucionales, los buenos profetas nos resguardamos en los bares esperando el milagro aquel que nunca tuvo nada que ver con el fútbol.
Pero de todos es sabido que en las creencias populares la pasión sobrevuela el silencio de las posibles hazañas bélicas que uno quisiera contar a sus progenitores y que, como decirlo, a la larga distorsionan bastante de una realidad superlativa.

Al final nos quedan los hechos y las virtudes.

Y recuerdo el Granada 74 en aquella gesta trabajada con la ilusión de ascender, recuerdo el Córdoba y el Eibar, el Málaga y el Recreativo.
Pero sobre todo recuerdo, estuve allí, aquella promoción con el Lérida en aquel año de gracia en el que todavía no existían los problemas.
Si alguien entiende por poco que sea lo que significa el amor a este club, entenderá la locura subjetiva de una afición cegada y optimista de la institución que mejor refleja los valores de una asturianía que mejor que nadie expresa la realidad social de un mundo demasiado alejado de cualquier paraíso.


Y eso como mínimo, coño, merece quedarse en Primera.

miércoles, 28 de marzo de 2012

"DE AQUELLO DE LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO"


Hay ocasiones en las que las cosas, aparentemente, menos atractivas se convierten en verdaderas obras de arte del medio en que se exhiben.
Es ahí, justo en ese punto cercano al éxito futuro, donde la intuición se erige como determinante en todo aquello relacionado con el esperado acierto de aquel proyecto encaminado a maravillar a un mundo necesitado de triunfos.
No siempre se firma lo mejor, no siempre se consigue lo que deseas ya que a veces puede no estar disponible siendo siempre la suerte un factor importante en todo tipo de eventos.
Y ahí vuelve a aparecer la inspiración.
Pero que es la inspiración.
Algunos lo atribuyen a la ilustración o movimiento sobrenatural que el mismo Dios comunica a la criatura, yo lo atribuyo más a esa producción espontánea que de vez en cuando ilumina al creador en su recodo sin, entrecomillas, esfuerzo.
Y ahí esta la clave, la inspiración puede llegar de repente, por supuesto, pero el esfuerzo no es el del momento preciso de la iluminación sino el acumulado en experiencia y trabajo durante muchas jornadas que, de repente, se justifican en un conciso instante.
En mil novecientos cincuenta y cuatro una historia aparentemente poco atractiva llega a manos del director  americano de origen turco Elia Kazan que decide realizarla desconociendo, lógicamente, que años después se hablaría de la película como una de los paradigmas de su género y a día de hoy como una de las mejores de la historia del cine.
La historia de la trama esta envuelta en una atmósfera gris y húmeda dentro de lo que eran de aquella los muelles del puerto de Nueva York, contexto importante para las sacrificadas relaciones de los trabajadores del mismo y los empresarios mercenarios de un lado oscuro disfrazado de sindicato.
Documento hostil de una realidad fotografiada en la ficción de este largometraje donde el director se atreve a que sea todo lo que parece y lo mezcla, de una manera delicadísima, con una historia de amor, de amor imposible.
Si a esto añadimos que el filme propone como modelo de actuar al autentico héroe, ese que no es perfecto, (detalle importante al entender que al que no serlo es, para el público, mucho más cercano), entendemos que la repercusión de un producto demasiado novedoso para los tópicos del cine de entonces es proporcional a ese grado de riesgo tomado a la hora de distanciarse de los cánones convencionales y arriesgarse por medio de decisiones improvisadas en la improvisación.

¿Resultado? Ocho Oscars.


En vísperas de una huelga nacional convocada, como no podía ser de otra manera, por los sindicatos que tenemos en este hermoso país, no quisiera desmerecer las vicisitudes de una reforma laboral enfocada a la frustración de una clase obrera ya jodida de por sí y planteada para los registros mercantiles de los que saben lo que son los registros mercantiles.
Por supuesto que en nada se parecen los sindicatos “nuestros” a los de la magnifica peli interpretada por Marlon Brando. 
¡Donde vamos a parar!

Aquí, también entre comillas, todos somos un poco del gremio que nos interesa dependiendo de los tipos de interés.


 Y aquí, en mil novecientos cincuenta y cuatro se colocaba la primera piedra de lo que posteriormente seria el Camp Nou y un tal Juan Gómez nacía en los Boliches en una España que era lo que era en una postguerra demasiado compleja como para intentar soñar.

Lo demás es otra historia.

Y es que el testimonio de una realidad no siempre es un fiel reflejo de la narración que el punto de vista del realizador de turno nos quiere mostrar.


Si he vuelto a visionar “La ley del Silencio” ha sido gracias al Real Madrid.




PD: Cordiales saludos al señor don Eduardo Iturralde González 

jueves, 1 de marzo de 2012

"ÉVENTAIL"


El “popper”es el nombre genérico con el que se designa a un tipo de droga que, como otras muchas, se consumen por medio de la inhalación y que son líquidos incoloros que tienen un fuerte olor característico.
El nitrito de amilo, nomenclatura medica que en un principio se utilizo para la angina de pecho, se empezó a utilizar recreativamente a principio de los setenta entre el colectivo homosexual norte americano al ser un narcótico vasodilatador que, aparentemente,incrementaba el placer sexual.
La inhalación de los nitritos relaja los músculos que rodean los vasos sanguíneos y al relajarse provocan la dilatación de los mismos bajando la presión arterial e incrementando el ritmo cardíaco produciendo una sensación de euforia que dura aproximadamente un par de minutos.
Al considerarse también una sustancia menos nociva para la salud que otros narcóticos utilizados para el ocio e incrementar la excitación y las sensaciones producidas durante la relación sexual, el “popper” lógicamente se pone de moda.
Y ya no solo entre el colectivo homosexual.
Este producto, comercializado en España para limpiar cabezales de video, esta restringido desde el año dos mil seis por la Agencia Estatal del Medicamento que considera que tiene graves efectos secundarios, entre ellos vómitos, taquicardia, dificultades respiratorias y en raros casos puede provocar la muerte.
Osease que es ilegal para el consumo y el tráfico.

Pues bien, ayer en el bar leyendo la prensa del día mientras saboreada una caña de cerveza, descubro entre los titulares la condena de tres años por un delito contra la salud pública a un ex-miembro de “Loco Mia”.
“Loco Mia” era un grupo del género “glam” que se creo en 1984 y se separo, la formación original, en el 92 después de las disputas de sus creadores.
Marcó tendencia y moda en un país, todavía por aquel entonces, poco acostumbrado a cualquier sombra de modernidad en puestas de escena arriesgadas para un público cerrado a cal y canto a posibles sodomías artísticas.
Llegaron a vender sesenta mil copias y a ser disco de oro exhibiéndose ante aquel colectivo que disfrutaba en bañador y chanclas por el paseo de cualquier playa mediterránea bajo la luna llena del neón que anunciaba la futura ginebra con tónica que consumir.
Pero el éxito fue efímero y los distintos intentos por continuar con el proyecto caduco de los abanicos se fue diluyendo en el espacio tiempo de la normalidad que refleja el paso de una década.
La demanda sobre la propiedad de la marca “Loco Mia” es resuelta a favor de Javier Font, uno de sus fundadores, cuando otra formación explotaba, sin éxito, los antiguos éxitos de la formación inicial aprovechado la separación de esta.
Es también Javier Font el protagonista del titular que nos ocupa al afrontar una petición fiscal de siete años por el tráfico de “popper” a raíz de su detención en dos mil nueve en el marco de una actuación de la Guardia Civil.
La sentencia le exculpa de este delito pero le condena por comercializar pastillas de MDMA al encontrar en su domicilio una treintena de pastillas de éxtasis.

He de reconocer que no me extraña demasiado la noticia.
Durante el transcurso de mi juventud he conocido a todo tipo de personajes de la noche en las oscuras calles de aquellos que evitaban el sueño eterno de la mañana siguiente, pero, ninguno era comparable con aquellos misioneros ibicencos que buscaban la eternidad en ciudades sin mar.

Seres indeterminados aspirantes a reyes, diseñadores frustrados en el interiorismo, colgados solitarios enganchados a una heroína efímera y de mala calidad, sacerdotes de las relaciones púbicas, engañabobos con discográficas incorporadas a cualquier clase de sueño, jóvenes diosas encerradas entre las rejas de una tarima iluminada en medio de la pista de baile...

Eran los noventa y como decía el flaco estaban todos menos tú.

Ahora, en el nuevo milenio se habla de otro tipo de sustancias como el clembuterol, fármaco descongestionante y broncodilatador utilizado comúnmente en enfermedades respiratorias. 
Cambian los tiempos, ya lo comentaba en el anterior post de un Naranjito que ya no se reconoce, ahora los más parecido a aquel grupo de los abanicos es la banda (banda por llamarlo de alguna manera) del marido de aquella cantante punk de los ochenta que trabajo con Almodovar.

Y son nuestros vecinos de arriba los que más mencionan el medicamento de los huevos para culparnos, y en eso tienen razón, de la ingenuidad española a la hora de sentirnos ofendidos en lo que respecta a nuestro poderío.
Son los franceses, aquellos que nos volcaban los camiones, los que desde su imperio republicano nos dilapidan constantemente en los medios hurgando en la herida histórica de las hazañas antes bélicas y ahora deportivas, para, supongo yo, seguir aspirando a la hegemonía napoleónica de la vieja Europa, aquella en la que ellos tuvieron un papel estelar que se esta difuminando en el mundo global.
Gentes, los gabachos, lo suficientemente cercanas como para no compartir ni una sola de sus ideas de fraternidad al comprobar que el sentido de la igualdad que puedan tener en una sociedad con aspiraciones imperialistas, nada tiene que ver con la libertad de la que tanto presumen.
Ningún nacionalismo es bueno, ni siquiera el propio, pero siempre es necesario defenderse de los ataques indiscriminados de los que no tienen nada que celebrar.
¿Envidia?
Podría ser, no lo sé.
A nadie le gusta que el vecino invada nuestro sofá y sobretodo nuestro mando a distancia en nuestra casa.

Yo, humildemente, les recomiendo el primer disco de un grupo llamado “Loco Mia” “Taillo” (palabra japonesa que significa sol) para rememorar aquellos tiempos socialistas en el Elíseo cuando todavía desconocían la situación geográfica de una Ibiza virgen.


Y para montárselo bien un botecito de “Evacuol”.