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viernes, 14 de diciembre de 2012

"VIEJAS GLORIAS"


En las estancias de una habitación amarilla y fría en esa época del año en curso en que la mentira y la verdad cohabitan en lúgubres recodos reservados para el amor fugaz, la realidad vuelve de nuevo a rehabilitar los corazones destemplados de aquellos que reservan en los reservados aquello de, como decía el primo Rosendo, maneras de vivir.

Gentes que hacen más por intentar presentarse millones de veces en sociedad como aquello que no son qué por, de vez en cuando, intentar existir demostrándose a sí mismos que aquella cima que jamás conseguirán coronar, nunca existió.

Supongo que la falta o ausencia de cualquier entorno cercano que se ha ido diluyendo en pequeñas muestras gratuitas de perfume, no demuestra la verdadera inaptitud de aquel que sigue perdido en el universo impúdico del no saber argumentar nada de aquello que nunca practicó con el ejemplo.

Sombras desvanecidas en paredes de retretes escondidos en el patio interior de cualquier bloque de viviendas deshabitadas en las que, la intimidad de la frustración, hacia fácil lo difícil de aquello de saberse engañado.

Los excesos de los años mozos degeneraron en las virtudes del escéptico mortal condenado al fracaso, las virtudes se fueron perdiendo por un camino demasiado rodeado de maleza y las ilusiones, de repente, desaparecieron.

La soledad condenó a una sumisión aceptada, sin reproches, en el cuadernillo de la tranquilidad que ofrecen las comodidades del egoísmo que crea el personaje.

El personaje se caduca como aquel postre lácteo que se nos olvidó en el fondo de la nevera durante demasiados meses, como para percatarnos, de una presencia sombría debajo de toda aquella luz que aparecía justo en el mismo instante de abrirse la puerta del electrodoméstico de turno aparcado en la cocina.

La cocina dejó de funcionar.

Hoy malviven recordando sus viejas glorias en estancias adaptadas a una modernidad que intentar dibujar sin intuir, ni por un momento, el desconocimiento de una realidad que les viene de la noche y que va a ninguna parte en las salas amarillas llenas de cerveza que abunda en la fotografía de cualquier jungla abandonada allá por la tierra Media y en la que, importante recordar, fueron felices.

Y con ellos, sin remediarlo, se desmorona lo que construyeron.

En lo efímero de una existencia condicionada a las limitaciones económicas del nido de procedencia, la virtud se difumina en el deber eclesiastico de saberse superior en aquella creencia espiritual de la negación rotunda al yo establecido.
Osease, no es lo mismo ser de barrio que ser de zona residencial con jardín botánico.

Vivir entre demasiadas mentiras acaba descubriendo una triste realidad que resulta ser la mayor evidencia de la perdida de identidad adquirida en los espejos manchados de carmin de baños de señoras que también mentían.

Amarillo es el color de un post dedicado a los que alguna vez se sintieron verdes.


Los vereís por la calle caminando erguidos al lado vuestro con caminar pausado y gesto serio y no os dareís cuenta de que son ellos.

Abandonaron la nave en el mismo instante que descubrieron la cruel realidad de las navidades al conocer, en el salón, la verdadera identidad de los Reyes magos.

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