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viernes, 30 de marzo de 2012

"REFLEXIÓN SPORTINGUISTA"


Tres y treinta y nueve de la mañana de uno de esos días que te devuelven a la rutina laboral de aquel que ejerce su derecho constitucional de formar parte de la llamada revolución social con la que algunos, llamémosles sindicatos, hacen o quieren hacer lo mejor por la clase preferente.
Y no nos olvidemos, la clase preferente es la que consigue crear clases preferentes.
Hablemos de clases preferentes.
En la escena central de la película “Volver a empezar”, película dirigida por José Luis Garcí y ganadora del primer “Oscar” de la historia para el cine español, el protagonista desvela su futuro al que fue su mejor amigo en la juventud en una escena mítica en la que los dos acaban hablando de fútbol. Concretamente del Sporting.
Y aquel equipo era el ejemplo de lo que fueron, son y serán los colores de una ciudad, si me apuráis de toda una región, que mañana estará pendiente de cualquier clase de información relacionada con la primera gran final de tantas y tantas tardes de sufrimiento compungido en las orillas de una Escalerona trastornada por los acontecimientos.
En estos tiempos de frustración añadida a las corresponsalías internacionales que solo saben hablar de valores no demasiado institucionales, los buenos profetas nos resguardamos en los bares esperando el milagro aquel que nunca tuvo nada que ver con el fútbol.
Pero de todos es sabido que en las creencias populares la pasión sobrevuela el silencio de las posibles hazañas bélicas que uno quisiera contar a sus progenitores y que, como decirlo, a la larga distorsionan bastante de una realidad superlativa.

Al final nos quedan los hechos y las virtudes.

Y recuerdo el Granada 74 en aquella gesta trabajada con la ilusión de ascender, recuerdo el Córdoba y el Eibar, el Málaga y el Recreativo.
Pero sobre todo recuerdo, estuve allí, aquella promoción con el Lérida en aquel año de gracia en el que todavía no existían los problemas.
Si alguien entiende por poco que sea lo que significa el amor a este club, entenderá la locura subjetiva de una afición cegada y optimista de la institución que mejor refleja los valores de una asturianía que mejor que nadie expresa la realidad social de un mundo demasiado alejado de cualquier paraíso.


Y eso como mínimo, coño, merece quedarse en Primera.

miércoles, 28 de marzo de 2012

"DE AQUELLO DE LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO"


Hay ocasiones en las que las cosas, aparentemente, menos atractivas se convierten en verdaderas obras de arte del medio en que se exhiben.
Es ahí, justo en ese punto cercano al éxito futuro, donde la intuición se erige como determinante en todo aquello relacionado con el esperado acierto de aquel proyecto encaminado a maravillar a un mundo necesitado de triunfos.
No siempre se firma lo mejor, no siempre se consigue lo que deseas ya que a veces puede no estar disponible siendo siempre la suerte un factor importante en todo tipo de eventos.
Y ahí vuelve a aparecer la inspiración.
Pero que es la inspiración.
Algunos lo atribuyen a la ilustración o movimiento sobrenatural que el mismo Dios comunica a la criatura, yo lo atribuyo más a esa producción espontánea que de vez en cuando ilumina al creador en su recodo sin, entrecomillas, esfuerzo.
Y ahí esta la clave, la inspiración puede llegar de repente, por supuesto, pero el esfuerzo no es el del momento preciso de la iluminación sino el acumulado en experiencia y trabajo durante muchas jornadas que, de repente, se justifican en un conciso instante.
En mil novecientos cincuenta y cuatro una historia aparentemente poco atractiva llega a manos del director  americano de origen turco Elia Kazan que decide realizarla desconociendo, lógicamente, que años después se hablaría de la película como una de los paradigmas de su género y a día de hoy como una de las mejores de la historia del cine.
La historia de la trama esta envuelta en una atmósfera gris y húmeda dentro de lo que eran de aquella los muelles del puerto de Nueva York, contexto importante para las sacrificadas relaciones de los trabajadores del mismo y los empresarios mercenarios de un lado oscuro disfrazado de sindicato.
Documento hostil de una realidad fotografiada en la ficción de este largometraje donde el director se atreve a que sea todo lo que parece y lo mezcla, de una manera delicadísima, con una historia de amor, de amor imposible.
Si a esto añadimos que el filme propone como modelo de actuar al autentico héroe, ese que no es perfecto, (detalle importante al entender que al que no serlo es, para el público, mucho más cercano), entendemos que la repercusión de un producto demasiado novedoso para los tópicos del cine de entonces es proporcional a ese grado de riesgo tomado a la hora de distanciarse de los cánones convencionales y arriesgarse por medio de decisiones improvisadas en la improvisación.

¿Resultado? Ocho Oscars.


En vísperas de una huelga nacional convocada, como no podía ser de otra manera, por los sindicatos que tenemos en este hermoso país, no quisiera desmerecer las vicisitudes de una reforma laboral enfocada a la frustración de una clase obrera ya jodida de por sí y planteada para los registros mercantiles de los que saben lo que son los registros mercantiles.
Por supuesto que en nada se parecen los sindicatos “nuestros” a los de la magnifica peli interpretada por Marlon Brando. 
¡Donde vamos a parar!

Aquí, también entre comillas, todos somos un poco del gremio que nos interesa dependiendo de los tipos de interés.


 Y aquí, en mil novecientos cincuenta y cuatro se colocaba la primera piedra de lo que posteriormente seria el Camp Nou y un tal Juan Gómez nacía en los Boliches en una España que era lo que era en una postguerra demasiado compleja como para intentar soñar.

Lo demás es otra historia.

Y es que el testimonio de una realidad no siempre es un fiel reflejo de la narración que el punto de vista del realizador de turno nos quiere mostrar.


Si he vuelto a visionar “La ley del Silencio” ha sido gracias al Real Madrid.




PD: Cordiales saludos al señor don Eduardo Iturralde González 

jueves, 1 de marzo de 2012

"ÉVENTAIL"


El “popper”es el nombre genérico con el que se designa a un tipo de droga que, como otras muchas, se consumen por medio de la inhalación y que son líquidos incoloros que tienen un fuerte olor característico.
El nitrito de amilo, nomenclatura medica que en un principio se utilizo para la angina de pecho, se empezó a utilizar recreativamente a principio de los setenta entre el colectivo homosexual norte americano al ser un narcótico vasodilatador que, aparentemente,incrementaba el placer sexual.
La inhalación de los nitritos relaja los músculos que rodean los vasos sanguíneos y al relajarse provocan la dilatación de los mismos bajando la presión arterial e incrementando el ritmo cardíaco produciendo una sensación de euforia que dura aproximadamente un par de minutos.
Al considerarse también una sustancia menos nociva para la salud que otros narcóticos utilizados para el ocio e incrementar la excitación y las sensaciones producidas durante la relación sexual, el “popper” lógicamente se pone de moda.
Y ya no solo entre el colectivo homosexual.
Este producto, comercializado en España para limpiar cabezales de video, esta restringido desde el año dos mil seis por la Agencia Estatal del Medicamento que considera que tiene graves efectos secundarios, entre ellos vómitos, taquicardia, dificultades respiratorias y en raros casos puede provocar la muerte.
Osease que es ilegal para el consumo y el tráfico.

Pues bien, ayer en el bar leyendo la prensa del día mientras saboreada una caña de cerveza, descubro entre los titulares la condena de tres años por un delito contra la salud pública a un ex-miembro de “Loco Mia”.
“Loco Mia” era un grupo del género “glam” que se creo en 1984 y se separo, la formación original, en el 92 después de las disputas de sus creadores.
Marcó tendencia y moda en un país, todavía por aquel entonces, poco acostumbrado a cualquier sombra de modernidad en puestas de escena arriesgadas para un público cerrado a cal y canto a posibles sodomías artísticas.
Llegaron a vender sesenta mil copias y a ser disco de oro exhibiéndose ante aquel colectivo que disfrutaba en bañador y chanclas por el paseo de cualquier playa mediterránea bajo la luna llena del neón que anunciaba la futura ginebra con tónica que consumir.
Pero el éxito fue efímero y los distintos intentos por continuar con el proyecto caduco de los abanicos se fue diluyendo en el espacio tiempo de la normalidad que refleja el paso de una década.
La demanda sobre la propiedad de la marca “Loco Mia” es resuelta a favor de Javier Font, uno de sus fundadores, cuando otra formación explotaba, sin éxito, los antiguos éxitos de la formación inicial aprovechado la separación de esta.
Es también Javier Font el protagonista del titular que nos ocupa al afrontar una petición fiscal de siete años por el tráfico de “popper” a raíz de su detención en dos mil nueve en el marco de una actuación de la Guardia Civil.
La sentencia le exculpa de este delito pero le condena por comercializar pastillas de MDMA al encontrar en su domicilio una treintena de pastillas de éxtasis.

He de reconocer que no me extraña demasiado la noticia.
Durante el transcurso de mi juventud he conocido a todo tipo de personajes de la noche en las oscuras calles de aquellos que evitaban el sueño eterno de la mañana siguiente, pero, ninguno era comparable con aquellos misioneros ibicencos que buscaban la eternidad en ciudades sin mar.

Seres indeterminados aspirantes a reyes, diseñadores frustrados en el interiorismo, colgados solitarios enganchados a una heroína efímera y de mala calidad, sacerdotes de las relaciones púbicas, engañabobos con discográficas incorporadas a cualquier clase de sueño, jóvenes diosas encerradas entre las rejas de una tarima iluminada en medio de la pista de baile...

Eran los noventa y como decía el flaco estaban todos menos tú.

Ahora, en el nuevo milenio se habla de otro tipo de sustancias como el clembuterol, fármaco descongestionante y broncodilatador utilizado comúnmente en enfermedades respiratorias. 
Cambian los tiempos, ya lo comentaba en el anterior post de un Naranjito que ya no se reconoce, ahora los más parecido a aquel grupo de los abanicos es la banda (banda por llamarlo de alguna manera) del marido de aquella cantante punk de los ochenta que trabajo con Almodovar.

Y son nuestros vecinos de arriba los que más mencionan el medicamento de los huevos para culparnos, y en eso tienen razón, de la ingenuidad española a la hora de sentirnos ofendidos en lo que respecta a nuestro poderío.
Son los franceses, aquellos que nos volcaban los camiones, los que desde su imperio republicano nos dilapidan constantemente en los medios hurgando en la herida histórica de las hazañas antes bélicas y ahora deportivas, para, supongo yo, seguir aspirando a la hegemonía napoleónica de la vieja Europa, aquella en la que ellos tuvieron un papel estelar que se esta difuminando en el mundo global.
Gentes, los gabachos, lo suficientemente cercanas como para no compartir ni una sola de sus ideas de fraternidad al comprobar que el sentido de la igualdad que puedan tener en una sociedad con aspiraciones imperialistas, nada tiene que ver con la libertad de la que tanto presumen.
Ningún nacionalismo es bueno, ni siquiera el propio, pero siempre es necesario defenderse de los ataques indiscriminados de los que no tienen nada que celebrar.
¿Envidia?
Podría ser, no lo sé.
A nadie le gusta que el vecino invada nuestro sofá y sobretodo nuestro mando a distancia en nuestra casa.

Yo, humildemente, les recomiendo el primer disco de un grupo llamado “Loco Mia” “Taillo” (palabra japonesa que significa sol) para rememorar aquellos tiempos socialistas en el Elíseo cuando todavía desconocían la situación geográfica de una Ibiza virgen.


Y para montárselo bien un botecito de “Evacuol”.