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jueves, 12 de abril de 2012

"ES POR TI ng"


Tus palabras decían de memoria lo que dicen todas y tú eras consciente de aquello que hablamos de saber entender a un prójimo cercano y cómplice.
O eso creía yo al volver a tratar asuntos demasiado alejados en el tiempo de un contexto diferente en las formas y en los gestos de una relación que se iba lentamente a estancar en un muelle obsceno y hostil para espíritus, como el mío, demasiado acostumbrados al no pasaran.
Y en ese punto en concreto de una historia más o menos común y cercana, las excusas sobraban a la hora de alternar en aquel bar de los excesos bíblicos que anteponían la fe a las maneras de sabernos querer.
Pero no es fácil cariño.
Yo, por más que intentaba entender algo de aquello que me decías en idiomas muertos, escuchaba sin saber la finalidad del mensaje transcrito, intentando, y todo hay que decirlo, intentando ser juez y parte de aquello que un día sonó a música celestial sin aprender, maldita tara, una sola partitura de aquel concierto en do menor.
Pero los años provocaron que la exigencia cambiara de sitio y que lo que antes era gris se volviera, de repente, marrón.

Compartimos las mismas toallas, distintos sudores.
Eran hoteles rurales que un buen día quisimos compartir para reservar, a nivel rural, toda aquella energía que no supimos esconder en los hostales que la caridad de la luna nos presento en aquellos tiempos del todo o nada.
Y en las ofertas del todo a cien descubrimos nuestro potencial como supervivientes de la categoría más alta de aquel premio de baile regional.
Y sonó el himno nacional.
Pero tú, como siempre, seguías ausente a cualquier pequeña expresión que intentaba poderte transmitir siendo poco consciente, y eso es trágicamente cierto, que quizás era yo siempre el que no escuchaba.
Pero, y lo digo de verdad, ahora ya nos da igual.
Tu tienes una vida que has intentado dibujar y yo tengo una existencia tan efímera como la tuya.
Dejemos entonces todas las posibles disputas y centrémonos mutuamente en disfrutar de los acontecimientos venideros.

Siempre habrá un antes de muchísimas cosas que revoltean a mi alrededor, siempre habrá un después en una esquina de un bar con llantos.

La aptitud la marcan las buenas costumbres.

Ayer deje de creer en ti.
Hoy me sigues demostrando que te sigo queriendo.

En esta puta locura de la búsqueda de la felicidad seguirás estando presente y esto,  de alguna manera, es lo más bonito que te puedo decir.

Tu fe nunca decaiga.

No debes desmayar.

(Para ellas)

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