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sábado, 1 de septiembre de 2012

"OLIMPIADAS Y RELIGION"


"Poncio Pilato, el gobernador romano de Judea, cuando presento a Chus, un colega con barba, ante la multitud hostil que, voluntariamente o no, esperaba solventar el futuro de mi amigo el reo, se expreso hablando de él en este termino: Ecce homo.
Hasta aquí todo normal teniendo en consideración que aquél era el idioma hablado en un latín raro y absurdo que nos han intentado enseñar en segundo de bachillerato.

En español tendría titulo de culebrón misógino con una audiencia media del veintitrés por ciento del share en las horas de la siesta.

Cuando aquel individuo salió a escena con una corona de espinas, aquel gobernador se refirió a él en aquellos términos:
-“He aquí el hombre”- nos dice San Juan en el evangelio en el pasaje completo de la escena más dramática de la Pasión.

Paranoias bíblicas dicen algunos.

Actualmente una de las representaciones pictóricas de tal noble momento, ha sido noticia de los informativos televisivos en los que jamás nos veremos reflejados, espacios subvencionados de información enfocada a la visión, liberal, de aquel que pone la pasta en la productora.
La noticia surgió de aquella misionera de barrio, mujer discípula impaciente del querer servir a una causa común a todos los mortales sedientos de algo en que creer.
Monjas disfrazadas de civiles que reinan en las alcobas viejas de los inmuebles viejos de la desesperación.
Personajes que lloran, rezan, sufren y limpian los cuartos oscuros del pecado aquel que un día se pudo cometer.
Una de ellas, en pleno orgasmo simbiótico con el reino celestial, de repente, limpió demasiado aquella obra de arte expuesta a una taquilla necesaria.
Y pobre de aquél que no valora la necesidad de un colectivo refugiado a las cenizas del pasado.
¡Cuidado!.

Y el arte se difumino en publicidad.

La obra titulada como el pasaje religioso del que anteriormente os puse en situación (lo de alerta o no os lo dejo a vuestro libre albedrío) pasó a convertirse en mito.
Lo bueno y malo de las redes sociales es que, por ejemplo, conseguirán, queridos lectores, que alguna lea disimuladamente este texto sin tener que contar nada a la familia.
También conseguirá que los mortales urbanitas conozcamos el “Ecce homo”.
Bueno o malo no sé si será para las nuevas generaciones.

Para mí, humilde servidor, refleja todo aquello de lo que no se debería de hablar y, valga la redundancia, de lo que se habla para tapar otros temas.
Las olimpiadas reflejaron exactamente lo contario a aquel lema que nos inculcaron a base de sarcasmos bíblicos en los que, la obviedad, se ocultaba bajo cuentos infantiles de seres que una vez existieron a su manera.
Probablemente no entendáis el lugar donde quiero llevaros, pero aparte del hombre, existió la mujer.

Y ellas, las más bellas, son capaces de no saber donde buscar el espíritu celestial con el que se las engendro.

Eva jodio el paraíso, no lo olvidemos.

La sociedad, abierta con el tiempo pero anclada todavía en ciertos pasados oscuros, las preparó para seguir una lucha abierta contra todo y todos los que de vez en cuando merodeábamos por allí.
Ejemplos, como los de estas ultimas citas olímpicas, nos hacen reflexionar y valorar un trabajo de superación lo suficientemente importante como para valorar ese espíritu femenino de pura constancia, cosa que humildemente se puede hacer en soledad, digo lo de valorar, para intentar entender ese universo paralelo, pero, y os digo de corazón, hacerme caso y ya empezar a dejar de joder.

El placer no esta en follar decían en una película.

Pero sigamos siendo medianamente devotos a la mística del creyente aquel que basa su futuro en las causas perdidas de aquella sombra femenina en la pared de un baño repleto de azulejos blancos.

Y por tanto, entonces, cambiemos de parecer.

Quizá fue Adam por su indecisión el que jodio la marrana.
No lo sé.
Estaba, como dicen ellas, quizás un poco ausente de la transcendencia vital de aquel momento ovulatorio en el que, supongo, desconocía que me encontraba.
Movidas absolutamente planetarias, queridas mías, que espero entendáis en el discurso masoca de alguien lascivo."

Con aquellas palabras se dirigió lentamente a la sacristía.

Lo fácil fue abandonar lo votos.

Lo jodido acababa de empezar.

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