Vistas de página en total

miércoles, 13 de marzo de 2013

"BORRASCA PONTIFICIA"


En estos días fríos y lluviosos que nos anuncian más antes que después la llegada de la primavera, la sede vacante del Vaticano celebra el Cónclave, la reunión del colegio cardenalicio que se celebra para elegir un nuevo Papa en la Capilla Sixtina.

Parece ser que los purpurados, durante el tiempo que dura la elección, podrán pasear por toda la Santa ciudad pero no se podrán comunicar con persona alguna del exterior ya que las deliberaciones serán absolutamente secretas.
No en vano el termino Cónclave procede del latín “cum clavis” (“bajo llave”) ya que las condiciones de reclusión y máximo aislamiento eran en el pasado bastante más radicales que en la actualidad con el fin de evitar intromisiones de ninguna clase.

Yo, como decía aquel, me encuentro más en la parte secular de cualquier divinidad que se precie y soy más bien poco amigo de ninguna clase de reclusión necesaria o innecesaria en cualquier plebiscito posible en el que tenga voz y voto para impulsar una alternativa.

Opino, desde el respeto más absoluto a las creencias de cualquiera, que toda la parafernalia de cualquier clase de celebración litúrgica es, como mínimo, lo suficientemente llamativa como para llamar la atención tanto de los súbditos como de los posibles incrédulos que observaran desde la lejanía emocional la conmemoración de, probablemente, el más importante acontecimiento de la Iglesia católica.

Pero como decía al principio de este escrito está el tiempo lo suficientemente desagradable como para entender que el invierno no nos quiere abandonar a pesar de las posibles elecciones celestiales que tengan lugar en suelo Santo.

Es lógico entender que sí hasta las jerarquías espirituales más conocidas se politizan, como no lo van a hacer sus líderes una vez elegidos.

Nadie es lo suficientemente importante como para cuestionar la convicción ideológica de él de al lado ya que las creencias de cada uno son lo suficientemente íntimas como para no tener que compartirlas evitando, en algunos casos, conflictos emocionales que puedan alterar la paz interior de la doctrina que cualquier pecador pueda amaestrar en una sociedad necesitada de “milagros”.

(Y es que la fe mueve montañas, dicen).

Pero es también por ese motivo por el que los menos dogmáticos dudamos de la arbitrariedad de cualquier pastor supremo para jugar con esos sentimientos de un colectivo necesitado de líderes emocionales, dóciles miembros sumisos de cualquier congregación con convicciones basadas en un mensaje de esperanza y humanidad.

(Demasiados sentimientos a flor de piel que manejar).

Y es que somos los primeros en ser conscientes de las imperfecciones de un ser humano que durante la historia nos ha demostrado la abismal distancia que separa lo divino de la parte más carnal de las almas terrenales, corazones que se han enzarzados en infinidad de conflictos bélicos por culpa de las distintas creencias con las que convivir en un lugar llamado mundo.

La buena voluntad de las instituciones es una mera formalidad burocrática que a diferencia de la humana se demuestra en las palabras escritas y no en los hechos.
Palabras que crean frases que a su vez se transforman en preceptos caducos al existir desde los tiempos inmemoriales de unas sociedades extinguidas ya en el olvido y de las que poco tenemos que ver en una sociedad actual que ya no depende exclusivamente de la potestad de un colectivo que utilizo su autoridad como divina apropiándose, en exclusividad, del derecho a formar a una humanidad analfabeta a la que poder utilizar a su antojo.

La buena voluntad jamás ha tenido uniforme.

Aquel profeta al que los despiadados creyentes crucificaron, nunca imagino el imperio que empezó aquél que le negó tres veces.  

La ambigüedad de lo místico es lo suficientemente irracional como para entender la pasión desorbitada de los fieles más entusiastas que hacen del fanatismo su visión global de una ideología peligrosa cuando se acerca al extremismo.

Pero ni son malos todos los que están ni son buenos los que son.

Hoy, en este día desagradable y polar del mes de Marzo, un jesuita argentino se ha convertido en el Sumo Pontífice y lider espiritual de la Iglesia Católica.

Normal, dicen por ahí que Messi es Dios. 

jueves, 7 de marzo de 2013

"EL GRAN LEBOWSKY" (Quince años de un clásico)


No recuerdo con exactitud cuando, supongo que fue en uno de aquellos momentos de mágicos en los que de repente descubres, sin querer, esa obra de arte que, posiblemente por una historia más o menos contextual pasa a formar parte de tus vivencias juveniles en las que influenciado por el criterio y la sapiencia de alguien más experimentado, descubres posibles afinidades y conexiones con un personaje de ficción del que, hasta entonces, solo te habían hablado desde lejos.

Y la lejanía, termino lo suficientemente ausente como para desconocer las posibles cualidades comunes que pueden tener dos extremos, hace además que lo descubras envuelto en el gozo obsceno de la novedad más absoluta para, como en este caso, caer rendido a la magia abrupta de lo que a partir de ahora será en tu universo la definición perfecta de héroe, exposición que “el forastero”, personaje que nos introducirá en este cuento urbano, nos expondrá con una pregunta:

-¿Qué es un héroe?-

La película es probablemente una ironía en sí misma al presentarnos a los personajes como algo que no son y todo lo que ocurre en el metraje es un cúmulo de acontecimientos que nos irán acercando a la verdadera realidad común y mortal de todos nosotros en un final intranscendente en los hechos pero no en las formas:

-Lebowsky, nuestro protagonista, a quien se atribuye una identidad importante dentro de la liga de bolos local, nunca en la película tira una pelota a los mismos.

-El verdadero Lebowsky , al que confunden con nuestra estrella,  no es tan rico como el pretende demostrar a los personajes y al espectador.

-Walter Sobchack, su mejor amigo, a pesar a su negativa a jugar a los bolos o no conducir en “Sabbath”, no es en realidad más judío que nadie al estar influenciado por su exmujer.

 -Los nihilistas amenazantes son en resumidas cuentas un grupo triste de actores porno alemanes e inadaptados.

Al final, el engaño de una época, como los noventa, engañosa, nos transporta directamente de la comedia descarada al la trama profunda, algo “Pulp” de una película absurda de cine negro.

Son por tanto, las técnicas narrativas literarias que utilizan los directores, una recapitulación de la literatura de Raymond Chandler, escritor de novela negra americano autor de “El Sueño eterno”, referencia para los hermanos Cohen a pesar del uso cómico que hace de las mismas y que se puede incluso distinguir en los personajes de la obra.
(El viejo Lebowsky en silla de ruedas, por ejemplo, recuerda al General Sternwood de la película de Howard Hawks basada en la novela anteriormente citada, el nombre de la criada de Bunny es el nombre de la mujer de Eddie Mars en la misma cinta.)

El engaño de todas maneras ya empezaría en la apertura de la cinta al utilizar en el relato en "off "que nos introduce en la historia todos los acentos típicos del “western” para disolverlos directamente en el primer plano general de la ciudad de los Ángeles.

Porque por encima de todo el filme es una historia urbana encerrada entre las calles polvorientas de la ciudad que mejor representa el arquetipo de la leyenda cinematográfica utilizando uno de sus personajes más significativos, el detective privado.

La ciudad y la fauna estrambótica que la puebla se convierten en el epicentro de una trama que mezcla, componiendo un collage, materiales de distintas épocas con hitos reconocidos de la reciente historia popular y cultural de los Estados Unidos.

Bien, pues a pesar de todos estos matices, si algo consiguen los realizadores con su producto es (con la degradación moral de sus personajes) encauzarnos en la comedia más disparatada de unos sujetos con los que, a lo mejor de una manera sutil, te encariñaras para ya atravesar el horizonte de un argumento que te llevará, como explicaba una líneas antes, a la más cruel normalidad después de disfrutar de los vaivenes de una montaña rusa lo suficientemente enloquecida como para sentirte cómplice y parte de las aventuras de los protagonistas.

Y es que ante todo es una historia de amistad y de los valores de la misma disfrazada de todo aquello que los genios de Minnesota consideren oportuno.

Hoy se cumplen quince años del estreno de esta pequeña obra de arte que con los años se ha ido transformando en película de culto para distintas generaciones que ignoran que en su estreno (el nivel estaba difícil al ser su trabajo posterior a otra obra de arte como puede ser “Fargo”) fue recibida fríamente por el público y los críticos.

El reparto, interpretes todos ellos que rozan la perfección, es quizás el mejor aliciente del éxito de la surrealista trama con la que nos brindan la oportunidad filosófica de valorar la aptitud de un hombre tranquilo.

Y vale, solo son datos, pero por ejemplo Philip Seymour Hoffman consigue cuatro nominaciones al oscar (una victoria), ninguno antes, al igual que las cuatro nominaciones posteriores que tiene Julianne Moore o las cuatro nominaciones siguientes que tiene Steve Bucesmi a los Globos de Oro.

Como comprenderéis la película no os la pienso contar.

La banda sonora es espectacular con una excepción, el disco contiene todas las canciones excepto la de los “Credence” (grupo favorito del protagonista) supongo que por una cuestión de derechos.

Y es que si al el “nota” le dan por el culo los “Eagles”, los Cohen nos introducen una versión latina y gitana de su éxito más comercial en el probablemente momento más freak de la historia y no por ello no menos grande.

“Y es que a veces hay un hombre, y me estoy refiriendo a el “nota”, que está en su momento y en su lugar:::”

Y eso sí es filosofía.




Los años, como al buen vino, le han hecho justicia.

viernes, 1 de marzo de 2013

"PEINETAS"


Según la Real Academia de la Lengua, la peineta es un peine convexo que usan las mujeres por adorno o para asegurar un peinado determinado.
Este ornamento femenino para el cabello consta de un cuerpo convexo y un conjunto de púas que se encajan sobre el moño tiene su origen en el siglo XIX (hay constancia de su uso miles de años antes), actualmente se sigue utilizando en celebraciones de carácter lúdicas o religiosas estilizando la figura de la mujer con el uso habitual del complemento de la mantilla.
La perdida de popularidad actual de ciertas prendas distinguidas en otras épocas, ha originado que ahora sirvan como seña de identidad patria en ocasiones puntuales (Semana Santa, corridas de toros, espectáculos tradicionales o de música flamenca y de copla) recordándonos aquel pasado cercano que no nos acaba de abandonar.

Personalmente opino que es positivo rememorar todo aquello que por una parte nos hace no olvidar nuestras costumbres y que por otra,  (tan importante o más) enaltece y engalana a esas damas, generalmente de buena posición, que se entregan placenteramente a la estética moderna de los clásicos animados que engrandecen las virtudes feministas de la celebración de turno.

Luego, como en todo, existe otra definición, probablemente más cercana, más popular a lo que actualmente se conoce como peineta y es esta de la fotografía.


Como se puede observar la peineta actual consiste en  levantar el dedo corazón con el puño cerrado en un gesto manual bastante ofensivo y obsceno que en definitiva ya de por si solo basta, en la sociedad contemporanea, para entender perfectamente el mensaje explícito que nos lanza la persona que nos dedica tal expresión.

Aquí si que no tengo fecha exacta para informaros la antigüedad de su uso pero, estaréis todos de acuerdo, es habitual en el contexto actual conocer perfectamente la expresión y su significado.

En este ejemplo en concreto podemos observar a un señor de mediana edad disparando el dedo en lo que parece, por el carrito que transporta, una terminal de un aeropuerto.

Observamos también un micrófono a su lado por lo entendemos que este individuo parece ser un personaje público que acaba de llegar, pongamos un ejemplo, de Canadá y se dispone a recoger sus enseres de viaje rodeado por un publico expectante que seguramente se ha percatado de su presencia.

La pregunta es:
El gesto obsceno se lo hace a la cámara que capta este instante o realmente se lo dedica a las gentes que detrás de él igual murmullan en alto algo público y conocido referente a su persona o trabajo al entender, desde un punto de vista humilde, que el caballero con canas es un celebridad en el país en el que acaba de aterrizar.

Vayamos un poco más allá.

Fijemos por un momento en la expresión de este tipo al que llamaremos por ejemplo Luis y observemos como se medio muerde los labios con los ojos completamente abiertos y las cejas marcadas remarcando la expresión gestual de su mano izquierda en el rostro de alguien al que su semblante dignifica respecto al populacho que lo critica.

Si hablamos de peinetas permitirme esta:

A diferencia de la anterior y a pesar de tener la boca cerrada, parece que se desdibuja una sonrisa en el rostro angelical de una diosa del mundo del celuloide con, hay que significarlo, el premio más importante del sector cinematográfico en su mano izquierda dejando, a diferencia de Luis, la mano derecha para obsequiarnos con su particular forma de celebrar un éxito.

Pero ahí voy yo.

No es imprescindible que se utilice este determinado guiño para la celebración de algo aunque siempre es significativo que el autor de tal aspaviento quiera, a su modo, darnos a entender algo determinado en la consecución de, en este caso, un triunfo absoluto.

Si observamos la imagen nos damos cuenta que a diferencia del individuo de arriba aquí la proyección de su mirada es personal y no global.
Es como si el gesto estuviera dedicado a alguien en exclusividad.

Y esa es la exclusividad que yo defiendo.

Las otras enterrémoslas en infinitas declaraciones en audiencias nacionales que al final tan solo sirven para exacerbar a cualquier colectivo de indignados que observan, desde la barrera que la policía levanta ante la frustración popular, como las formas y los modos condenan a los representantes populares que una vez, en una galaxia muy, muy lejana, fueron senadores por Cantabria aquejados de “jet lag”.

La descompesanción, diría yo, nunca fue horaria