El “popper”es el nombre genérico con el que se designa a un tipo de droga que, como otras muchas, se consumen por medio de la inhalación y que son líquidos incoloros que tienen un fuerte olor característico.
El nitrito de amilo, nomenclatura medica que en un principio se utilizo para la angina de pecho, se empezó a utilizar recreativamente a principio de los setenta entre el colectivo homosexual norte americano al ser un narcótico vasodilatador que, aparentemente,incrementaba el placer sexual.
La inhalación de los nitritos relaja los músculos que rodean los vasos sanguíneos y al relajarse provocan la dilatación de los mismos bajando la presión arterial e incrementando el ritmo cardíaco produciendo una sensación de euforia que dura aproximadamente un par de minutos.
Al considerarse también una sustancia menos nociva para la salud que otros narcóticos utilizados para el ocio e incrementar la excitación y las sensaciones producidas durante la relación sexual, el “popper” lógicamente se pone de moda.
Y ya no solo entre el colectivo homosexual.
Este producto, comercializado en España para limpiar cabezales de video, esta restringido desde el año dos mil seis por la Agencia Estatal del Medicamento que considera que tiene graves efectos secundarios, entre ellos vómitos, taquicardia, dificultades respiratorias y en raros casos puede provocar la muerte.
Osease que es ilegal para el consumo y el tráfico.
Pues bien, ayer en el bar leyendo la prensa del día mientras saboreada una caña de cerveza, descubro entre los titulares la condena de tres años por un delito contra la salud pública a un ex-miembro de “Loco Mia”.
“Loco Mia” era un grupo del género “glam” que se creo en 1984 y se separo, la formación original, en el 92 después de las disputas de sus creadores.
Marcó tendencia y moda en un país, todavía por aquel entonces, poco acostumbrado a cualquier sombra de modernidad en puestas de escena arriesgadas para un público cerrado a cal y canto a posibles sodomías artísticas.
Llegaron a vender sesenta mil copias y a ser disco de oro exhibiéndose ante aquel colectivo que disfrutaba en bañador y chanclas por el paseo de cualquier playa mediterránea bajo la luna llena del neón que anunciaba la futura ginebra con tónica que consumir.
Pero el éxito fue efímero y los distintos intentos por continuar con el proyecto caduco de los abanicos se fue diluyendo en el espacio tiempo de la normalidad que refleja el paso de una década.
La demanda sobre la propiedad de la marca “Loco Mia” es resuelta a favor de Javier Font, uno de sus fundadores, cuando otra formación explotaba, sin éxito, los antiguos éxitos de la formación inicial aprovechado la separación de esta.
Es también Javier Font el protagonista del titular que nos ocupa al afrontar una petición fiscal de siete años por el tráfico de “popper” a raíz de su detención en dos mil nueve en el marco de una actuación de la Guardia Civil.
La sentencia le exculpa de este delito pero le condena por comercializar pastillas de MDMA al encontrar en su domicilio una treintena de pastillas de éxtasis.
He de reconocer que no me extraña demasiado la noticia.
Durante el transcurso de mi juventud he conocido a todo tipo de personajes de la noche en las oscuras calles de aquellos que evitaban el sueño eterno de la mañana siguiente, pero, ninguno era comparable con aquellos misioneros ibicencos que buscaban la eternidad en ciudades sin mar.
Seres indeterminados aspirantes a reyes, diseñadores frustrados en el interiorismo, colgados solitarios enganchados a una heroína efímera y de mala calidad, sacerdotes de las relaciones púbicas, engañabobos con discográficas incorporadas a cualquier clase de sueño, jóvenes diosas encerradas entre las rejas de una tarima iluminada en medio de la pista de baile...
Eran los noventa y como decía el flaco estaban todos menos tú.
Ahora, en el nuevo milenio se habla de otro tipo de sustancias como el clembuterol, fármaco descongestionante y broncodilatador utilizado comúnmente en enfermedades respiratorias.
Cambian los tiempos, ya lo comentaba en el anterior post de un Naranjito que ya no se reconoce, ahora los más parecido a aquel grupo de los abanicos es la banda (banda por llamarlo de alguna manera) del marido de aquella cantante punk de los ochenta que trabajo con Almodovar.
Y son nuestros vecinos de arriba los que más mencionan el medicamento de los huevos para culparnos, y en eso tienen razón, de la ingenuidad española a la hora de sentirnos ofendidos en lo que respecta a nuestro poderío.
Son los franceses, aquellos que nos volcaban los camiones, los que desde su imperio republicano nos dilapidan constantemente en los medios hurgando en la herida histórica de las hazañas antes bélicas y ahora deportivas, para, supongo yo, seguir aspirando a la hegemonía napoleónica de la vieja Europa, aquella en la que ellos tuvieron un papel estelar que se esta difuminando en el mundo global.
Gentes, los gabachos, lo suficientemente cercanas como para no compartir ni una sola de sus ideas de fraternidad al comprobar que el sentido de la igualdad que puedan tener en una sociedad con aspiraciones imperialistas, nada tiene que ver con la libertad de la que tanto presumen.
Ningún nacionalismo es bueno, ni siquiera el propio, pero siempre es necesario defenderse de los ataques indiscriminados de los que no tienen nada que celebrar.
¿Envidia?
Podría ser, no lo sé.
A nadie le gusta que el vecino invada nuestro sofá y sobretodo nuestro mando a distancia en nuestra casa.
Yo, humildemente, les recomiendo el primer disco de un grupo llamado “Loco Mia” “Taillo” (palabra japonesa que significa sol) para rememorar aquellos tiempos socialistas en el Elíseo cuando todavía desconocían la situación geográfica de una Ibiza virgen.
Y para montárselo bien un botecito de “Evacuol”.