Decían aquello de que en abril, aguas mil, en uno de aquellos
refranes míticos que han ido pasando de generación en degeneración desde los
tiempos aquellos en que nuestra España estaba inmersa en una durísima larga
postguerra donde, lógicamente, la pobreza, el hambre y el analfabetismo eran
los símbolos estéticos de un país demasiado alejado de la realidad actual.
¿O no?
La sabiduría popular siempre se ha destacado por la
sencillez y el acierto de todas aquellas teorías salidas desde la observación
rutinaria de aquellos individuos e individuas que sobrevivían de sol a sol en
circunstancias generalmente adversas y de las que todas las generaciones
posteriores deberíamos sentirnos orgullosos.
Tal día como hoy, el cuatro de abril de mil novecientos
setenta y tres, se inauguraba en Nueva York el complejo de edificios del World Trade
Center, encarnación simbólica del poder de un sistema capitalista de un planeta
que empezaba a mirar hacia un futuro más global y moderno.
Una humanidad que quería olvidar los desenlaces dramáticos
de un siglo envuelto en conflictos lamentables a nivel mundial y que de aquella
vivía todavía bajo la amenaza real de una contienda silenciosa y fría que
alteraría de forma demasiado sobrecogedora la futura paz mundial de una
sociedad que salía de la depresión frustrante del final de los años del amor
libre y de la protesta ruidosa de aquellos activistas que imaginaron un mundo
mejor.
Las torres se erigieron imponentes en la parte financiera de
la metrópoli anunciando el cambio de ciclo de unos territorios oficialmente
desarrollados pero que en cambio llevaban lustros autodestruyéndose entre ellos
de manera, como mínimo, lamentable, desmontando la tesis de ese posible adelanto
respecto a otros territorios más anclados en el pasado.
Cuarenta años después (como pasa el tiempo), el mundo no
solo no ha mejorado sino que cada vez se acerca demasiado a un Apocalipsis no
deseado por nadie.
Las instituciones, empezando por la Organización de las Naciones
Unidas, han demostrado su incompetencia en las lides más importantes que
pudieran afectar al desarrollo mundial de un planeta cada vez más compungido.
El desarrollo ha sido desigual en las distintas partes de un
sistema cada vez más desigual y las infraestructuras han dejado paso a los
recortes que mayoritariamente han afectado al desarrollo social de las
distintas comunidades que ayer miraban al horizonte con esperanza y hoy buscan resistir
encerrados en el oscuro universo de las dudas existenciales.
No es casualidad que las torres gemelas hayan dejado de
existir en una mañana soleada de un verano moribundo en pleno inicio de un
milenio cada día más oscuro.
Y no es casualidad que los (presuntos) autores de tal
atentado representaran la parte arcaica de un mundo demasiado superlativo como
para entender cualquier clase de comparación lógica con las intenciones burocráticas
que nos vendían en hoteles de cinco estrellas los dirigentes mundiales del
poder y el exceso.
No es normal que en todos los países sigan existiendo
rencillas de un pasado más o menos reciente para apuntalar posibles cismas
futuros que solo sirven para aquello conocido como autodestrucción.
Es lamentable que todos los avances científicos o tecnológicos
solo nos sirvan para incrementar las segmentaciones tribales de un ser humano
que, ya desde hace tiempo, ha demostrado ser probablemente el animal menos
inteligente de aquel paraíso soñado en las escrituras bíblicas.
Hoy miramos al mañana con la frustración propia de saber que
no controlamos nuestro futuro ni el de los nuestros.
Nos enseñan banderas a las que agarrarnos, himnos antiguos
que cantar en celebraciones y nos engañan con un patriotismo demasiado
ilustrado en conceptos vetustos y añejos de los que ya no tenemos conciencia
real para, inconscientemente, involucrarnos en las ideas y comodidades propias
de los súbditos del gran poder.
El pueblo que no recuerda su historia esta condenado a
repetirla dicen.
Lo que no nos cuentan es que son ellos (jefaturas, gobiernos,
gobernaciones, administraciones…) los que ignoran esos refranes rurales que nos
anuncian que mañana puede volver a salir el sol.
(Para Natalia por su ayuda)
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