Es como mínimo indignante saber que con todo eso o aquello que nos “creemos”, seamos absolutamente diminutos ante las fuerzas de la Naturaleza.
Y, (al ser humano me refiero), siendo tercos como somos intentemos encima demostrar, con todo nuestro poder, una superioridad ficticia en las formas y en los modos para creer quitarle metros a una biosfera que pacientemente espera su momento lamentando como nuestras egoístas necesidades se transforman en diques secos en muelles de nave industrial.
No en vano somos el único ser vivo del planeta que poco a poco va jodiendo el ecosistema que le dio la vida.
Pero de pronto es ella, la Naturaleza, la que avisa en forma de tragedia mundial y es entonces cuando nos damos cuenta de la fragilidad insumisa de una sociedad que no entiende el concepto de la palabra advertencia a pesar de los titulares desfasados de colectivos ecologistas que insinúan el mayor de los males exagerando, como toque de atención, la desgracia que está por venir.
Hoy Japón llora en un especial silencio solo apto para espíritus orientales que filtran el dolor en reflexiones metodistas de culturas acostumbradas mentalmente a la oscuridad de la meditación de la percepción de ese yo no material.
Y el mundo tiembla a su alrededor observando desde la lejanía los males ajenos.
En una sociedad globalizada como la nuestra, todo lo que pase a miles de kilómetros es peligroso para cualquier pequeño reducto atemporal escondido en medio de la nada.
Situaciones que, por supuesto, nos vuelca en mostrar nuestro apoyo a todos aquellos a los que las adversidades les han hecho perder todo aquello que querían en forma de mensajes, logotipos y frases cargadas de esperanza deseando, en el fondo de nuestros corazones, el menor de los males a esas gentes que lo están pasando mal.
Pero a su vez y sin querer ser hipócritas, nos indignamos con la falta de previsiones sísmicas de los estamentos encargados de tales funciones y nos congratulamos que todos estos males pasen en el “otro lado del mundo” convirtiéndonos en simples espectadores mediáticos de la desdicha ajena.
Pero no nos engañemos.
Las adversidades foráneas no están tan lejos de nosotros como pudiéramos imaginar al sentarnos protegidos en nuestro pequeño salón detrás de la caja boba.
La excesiva información nos hace pasar de Libia a Japón en décimas de segundo sin percatarnos en realidad de la cantidad de desamparados que las noticias van dejando detrás para pasar de repente a la esperada información deportiva.
Jornada veintiocho.
Cinco empates en diez partidos de una jornada que vuelve a poner al rojo vivo el campeonato.
El Almería, el Levante y el Sporting puntúan demostrando, demostrándose, que quieren quedarse en primera por encima de todo.
El Getafe pierde dos puntos en las postrimerías de un partido que ya tenia ganado complicándose un poco más la existencia mientras el Barcelona los cede, no ante el Sevilla, sino ante su gran rival por el título.
Lección de futbol del Zaragoza ante un Valencia descafeinado y triste abandonado a la suerte de seguir intentando asegurar la tercera plaza que les llevaría directamente a Europa por la puerta grande aprovechando el tropezón descomunal de un submarino amarillo que se olvido de subir a la superficie.
El Espanyol y el Osasuna aprueban el examen en casa y el Málaga se agarra a ese clavo ardiendo que le permite seguir teniendo esperanzas en la división reina.
¿Y el Madrid?
El Madrid apura sus opciones a seguir peleando hasta el final para romper los pronósticos marcados por la lógica abstracta de un deporte en el que nada es lo que parece cuando al número siete no se le echa de menos.
Probablemente el Bernabeu marcará el desenlace final en el esperado clásico de todas las temporadas.
Que Dios reparta suerte y justicia.
Mención especial:
Hoy es para un tipo de treinta y un años que es aficionado a la decoración y el bricolaje y que posee un restaurante de alta cocina francesa en Lyon.
Un hombre casado y con tres hijas que es en esta temporada donde ha cuajado sin lugar a dudas la mejor campaña como profesional que se le recuerda.
Le describen como un buen tipo algo bromista y compañero de sus compañeros.
¿Lo adivinan?
Se llama Éric Abidal y juega en el fútbol club Barcelona.
Esta semana se la ha detectado un tumor en el hígado y todos, absolutamente todos los clubs balompédicos del mundo han mostrado su preocupación y su apoyo a un compañero de profesión demostrando, una vez más, que hay cosas que siempre estarán por encima de cualquier clase de rivalidad fanática o estúpida.
Desde aquí todo nuestro apoyo a este lateral izquierdo (o central) que nos ha hecho disfrutar de su juego, carisma, entrega y aptitud.
Pero ya lo decía antes queridos lectores, la desdicha ajena se encuentra a veces en la habitación de al lado.
Y eso como mínimo se merece una reflexión
viernes, 18 de marzo de 2011
sábado, 12 de marzo de 2011
Especial 11M "FINAL DE TRAYECTO"
Aquel día no recuerdo si estaba lloviendo.
Recuerdo eso sí que más o menos al mediodía el sol brillaba en los claroscuros de un cielo cada vez más gris.
Esta ciudad, al igual que cada una en las que he tenido la suerte de convivir, tiene un ritmo propio y singular en los días de la semana en los que la vida sigue sin pararse delante nuestro haciéndonos meros espectadores del transcurso rutinario de una de esas miles de jornadas que se acaban a la hora de dormir.
Aquel día no.
Al igual que aquel murmullo que en cualquier taberna que se precie tiene la cualidad de crecer en decibelios hasta integrar, integrarse, en todas y cada una de las conversaciones aisladas en ambos bandos del local, fue el silencio el que se apodero de las calles aquel día.
Primero fue una luz demasiado intensa como para distinguir ningún porqué, después la tranquilidad mortecina del olor a chamusquina, al momento, en la lejanía, se podía distinguir alguna sirena de bomberos pidiendo auxilio.
Demasiadas sensaciones recién levantadas como para percatarse, en aquel momento, de la magnitud de lo acontecido.
Lo malo del dolor es la frustración de no saberte preparado para sufrirlo, lo malo del destino es ignorar en que lado del andén te encuentras.
No estábamos preparados para semejante insulto a una humanidad despechada en sus quehaceres locales sin, probablemente, atreverse a mirar más allá de un horizonte cubierto de sangre.
En una de esas horas a las que a los crápulas nos invitan educadamente a abandonar por las buenas el local de turno que está fuera de hora y en las que la gente decente ya levantada va camino de su salario mensual, el diablo en forma de líder espiritual se abalanzó sobre la capital del reino dictando palabra por palabra las más oscuras frases de un Apocalipsis demasiado lejano para las mentes envueltas en los algodones de una sociedad capitalista demasiado alejada del horror.
Ese descomunal silencio dio paso al más doloroso llanto de una ciudad, de un barrio de un país que de repente se sintió vulnerable.
Y es ahí donde el miedo tomo la valentía de dar un paso al frente para derrocar al conservadurismo barato de aquellos que individualizan unos pensamientos comunes creyéndose profetas de algo o de alguien que a fin de cuentas (y con la lectura del paso del tiempo por bandera) no representan.
Discúlpenme queridos lectores pero, (y esta será la única excepción que confirme la regla), en este post no hablaré de Mourinho, de Iniesta, de Guardiola o del ilustrísimo señor Vicente del Bosque, no.
Hoy la noticia, llamarlo si os place homenaje, son ciento noventa y un héroes anónimos que se convirtieron en mártires en una mañana de jueves a diez días de primavera y esos miles de heridos que nos siguen acompañando bajo la frustración de haberse enfrentado a la muerte mirándola fijamente a los ojos.
También para esos cientos, miles de voluntarios que nos enseñaron a creer en un ser humano tosco, egoísta y ermitaño que en ocasiones se sobrepone a las adversidades para demostrar que en el fondo seguimos teniendo corazón.
Pero solo nos damos cuenta del mal mayor cuando juzgamos desde fuera un posible mal menor del que quisiéramos tener algún poder.
Aquel día todos, absolutamente todos, viajábamos en un mismo sentido sin saber donde cojones estaba la estación de destino.
Y no puede haber nadie que se digne a comentar algo al respecto.
Madrid se acostumbró a recibir a individuos de todas las partes de la geografía aceptándolos como miembros propios de una comunidad acostumbrada a tolerar costumbres ajenas.
Sus gentes reaccionaron, reaccionamos, para bien o para mal dependiendo de los hechos.
Los hechos marcan las vicisitudes de una época convulsa.
La convulsión nunca es buena salvo para recordarla.
El recuerdo siempre nos acompañará.
Era hora punta aquella mañana de Marzo de hace nueve años.
Recuerdo eso sí que más o menos al mediodía el sol brillaba en los claroscuros de un cielo cada vez más gris.
Esta ciudad, al igual que cada una en las que he tenido la suerte de convivir, tiene un ritmo propio y singular en los días de la semana en los que la vida sigue sin pararse delante nuestro haciéndonos meros espectadores del transcurso rutinario de una de esas miles de jornadas que se acaban a la hora de dormir.
Aquel día no.
Al igual que aquel murmullo que en cualquier taberna que se precie tiene la cualidad de crecer en decibelios hasta integrar, integrarse, en todas y cada una de las conversaciones aisladas en ambos bandos del local, fue el silencio el que se apodero de las calles aquel día.
Primero fue una luz demasiado intensa como para distinguir ningún porqué, después la tranquilidad mortecina del olor a chamusquina, al momento, en la lejanía, se podía distinguir alguna sirena de bomberos pidiendo auxilio.
Demasiadas sensaciones recién levantadas como para percatarse, en aquel momento, de la magnitud de lo acontecido.
Lo malo del dolor es la frustración de no saberte preparado para sufrirlo, lo malo del destino es ignorar en que lado del andén te encuentras.
No estábamos preparados para semejante insulto a una humanidad despechada en sus quehaceres locales sin, probablemente, atreverse a mirar más allá de un horizonte cubierto de sangre.
En una de esas horas a las que a los crápulas nos invitan educadamente a abandonar por las buenas el local de turno que está fuera de hora y en las que la gente decente ya levantada va camino de su salario mensual, el diablo en forma de líder espiritual se abalanzó sobre la capital del reino dictando palabra por palabra las más oscuras frases de un Apocalipsis demasiado lejano para las mentes envueltas en los algodones de una sociedad capitalista demasiado alejada del horror.
Ese descomunal silencio dio paso al más doloroso llanto de una ciudad, de un barrio de un país que de repente se sintió vulnerable.
Y es ahí donde el miedo tomo la valentía de dar un paso al frente para derrocar al conservadurismo barato de aquellos que individualizan unos pensamientos comunes creyéndose profetas de algo o de alguien que a fin de cuentas (y con la lectura del paso del tiempo por bandera) no representan.
Discúlpenme queridos lectores pero, (y esta será la única excepción que confirme la regla), en este post no hablaré de Mourinho, de Iniesta, de Guardiola o del ilustrísimo señor Vicente del Bosque, no.
Hoy la noticia, llamarlo si os place homenaje, son ciento noventa y un héroes anónimos que se convirtieron en mártires en una mañana de jueves a diez días de primavera y esos miles de heridos que nos siguen acompañando bajo la frustración de haberse enfrentado a la muerte mirándola fijamente a los ojos.
También para esos cientos, miles de voluntarios que nos enseñaron a creer en un ser humano tosco, egoísta y ermitaño que en ocasiones se sobrepone a las adversidades para demostrar que en el fondo seguimos teniendo corazón.
Pero solo nos damos cuenta del mal mayor cuando juzgamos desde fuera un posible mal menor del que quisiéramos tener algún poder.
Aquel día todos, absolutamente todos, viajábamos en un mismo sentido sin saber donde cojones estaba la estación de destino.
Y no puede haber nadie que se digne a comentar algo al respecto.
Madrid se acostumbró a recibir a individuos de todas las partes de la geografía aceptándolos como miembros propios de una comunidad acostumbrada a tolerar costumbres ajenas.
Sus gentes reaccionaron, reaccionamos, para bien o para mal dependiendo de los hechos.
Los hechos marcan las vicisitudes de una época convulsa.
La convulsión nunca es buena salvo para recordarla.
El recuerdo siempre nos acompañará.
Era hora punta aquella mañana de Marzo de hace nueve años.
viernes, 4 de marzo de 2011
"PALABRAS MÁS,PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS"
Las palabras, las jodidas palabras tienen y son formas más o menos orgánicas de aquello que entendemos como forma de comunicación sonora.
Es probablemente la mejor manera de transmitir cualquier clase de idea, pensamiento o deseo que se forja en el fondo de la masa gris que nos maneja a su antojo.
Gracias a las palabras surgió el engaño y con él la mentira.
Pero la mentira, al igual que la verdad, nació ambigua por naturaleza para permitirnos hacer del lenguaje una ecuación inexacta muy utilizada por cierto, en mítines políticos y ruedas de prensa de toda clase de eventos populares para disfrute del personal.
Y ahí es donde empiezo a pensar que nos gusta el noble arte del embuste.
Nos vale a veces para escuchar lo que queremos escuchar, otras para escudarnos en esa armadura hecha a medida, en ocasiones la buscamos desesperadamente por necesidades fisiológicas y otras veces es ella misma la que nos persigue cuesta abajo.
Y ese es el problema de las entendederas del personal al escuchar, oír e interpretar un mensaje que se estanca en el fondo del mar.
Pero la pregunta es: ¿la culpa es del emisor o del receptor?
"No porque todo el mundo se crea en una mentira esta se convertirá en realidad aún sabiendo que más de cien digan la verdad".
Las palabras, las jodidas palabras a veces pasan directamente del sistema oral al escrito y descubrimos otras formas de transmisión diferentes pero igual de confusas.
Las escritas, eso sí, nos recuerdan constantemente aquello de que a las sonoras se las lleva el viento entre la multitud inventándose (los triunfadores del bulo) aquello conocido como “letra pequeña” para evitar problemas.
Y no lo puedo juzgar de hipocresía cuando existen receptores que quieren ser engañados por algún motivo que no acabo de entender al enteder, valga la redundancia, que también existen transmisores que se engañan creyendo que dicen la verdad al decir la falacia.
Nota informativa:
Para cualquier clase de duda al respecto consulten con un buen abogado que sí consultan con uno malo mucho me temo que les dirá la verdad.
En el espacio dramático que uno tiene en la rueda de prensa anterior o posterior al encuentro de turno, los tiempos (y no solo los verbales) son importantes para lanzar el mensaje determinado a unos periodistas que libremente pasaran del sistema sonoro al escrito dentro de su particular contexto.
Este mensaje, a su vez, llegara a todos los lectores (que son más de cien) transformando la ficción en la realidad que, dependiendo de que medio, necesite el producto periodístico para llegar a su público fiel.
Y probablemente el rey Midas de este concepto se llame José Mourinho al manejar como nadie los tiempos, las quejas y los mensajes que se reciben tanto en los diarios
que en su dominio acaban en .com (que aunque no se lo crean son los de Madrid) como los que acaban en .es (que aunque no se lo crean tampoco son los de la prensa catalana).
Ayer, después de la debacle del Málaga en el Bernabeu, el técnico del Madrid exculpo y respetó la reacción de Pellegrini al prácticamente tirar el partido en Madrid entendiendo que se juega su particular liga en los compromisos que tuvo el lunes anterior y tendrá el próximo fin de semana ante rivales de su campeonato.
Y por supuesto al ingeniero no se le paso por la cabeza llamar canalla a su colega.
Me encantan las diferentes formas de cordialidad entre compañeros de profesión.
Quizás se deba a que influido o advertido desde instancias superiores del club que entendieron que en la rueda de prensa de la víspera del partido no manejó las expresiones dejando, de nuevo, no demasiado bien a la institución que representa al menospreciar, a su modo, a una ciudad y un equipo del campeonato en el que acaba de aterrizar.
Malditas palabras, solo sirven para no llevarnos a engaño, decía aquel.
Jornada veintiséis.
El Sevilla complica la vida a un Sporting que vuelve a ocupar los puestos de descenso.
Empates en Getafe, San Sebastian, Pamplona y Almería sin mucho más que contar.
Victoria por la mínima del Villareal que, y esto es noticia, vuelve a ganar y de un correoso Zaragoza que remonta y sale de la zona peligrosa.
En Mestalla partidazo del Valencia que perdió ante un Barça que lo paso mal ganando a domicilio como su última víctima que saco los tres puntos de uno de los estadios más complicados de esta temporada por allí en Cornellá.
Partido cómodo del Madrid que arrasó a su rival prácticamente sin despeinarse demostrando que la liga no se aparca de momento.
Mención especial para Uche (Zaragoza) con gol y remontada después de salir de su lesión.
Pues nada más señores, entenderéis que esta semana me haya quedado sin palabras.
Es probablemente la mejor manera de transmitir cualquier clase de idea, pensamiento o deseo que se forja en el fondo de la masa gris que nos maneja a su antojo.
Gracias a las palabras surgió el engaño y con él la mentira.
Pero la mentira, al igual que la verdad, nació ambigua por naturaleza para permitirnos hacer del lenguaje una ecuación inexacta muy utilizada por cierto, en mítines políticos y ruedas de prensa de toda clase de eventos populares para disfrute del personal.
Y ahí es donde empiezo a pensar que nos gusta el noble arte del embuste.
Nos vale a veces para escuchar lo que queremos escuchar, otras para escudarnos en esa armadura hecha a medida, en ocasiones la buscamos desesperadamente por necesidades fisiológicas y otras veces es ella misma la que nos persigue cuesta abajo.
Y ese es el problema de las entendederas del personal al escuchar, oír e interpretar un mensaje que se estanca en el fondo del mar.
Pero la pregunta es: ¿la culpa es del emisor o del receptor?
"No porque todo el mundo se crea en una mentira esta se convertirá en realidad aún sabiendo que más de cien digan la verdad".
Las palabras, las jodidas palabras a veces pasan directamente del sistema oral al escrito y descubrimos otras formas de transmisión diferentes pero igual de confusas.
Las escritas, eso sí, nos recuerdan constantemente aquello de que a las sonoras se las lleva el viento entre la multitud inventándose (los triunfadores del bulo) aquello conocido como “letra pequeña” para evitar problemas.
Y no lo puedo juzgar de hipocresía cuando existen receptores que quieren ser engañados por algún motivo que no acabo de entender al enteder, valga la redundancia, que también existen transmisores que se engañan creyendo que dicen la verdad al decir la falacia.
Nota informativa:
Para cualquier clase de duda al respecto consulten con un buen abogado que sí consultan con uno malo mucho me temo que les dirá la verdad.
En el espacio dramático que uno tiene en la rueda de prensa anterior o posterior al encuentro de turno, los tiempos (y no solo los verbales) son importantes para lanzar el mensaje determinado a unos periodistas que libremente pasaran del sistema sonoro al escrito dentro de su particular contexto.
Este mensaje, a su vez, llegara a todos los lectores (que son más de cien) transformando la ficción en la realidad que, dependiendo de que medio, necesite el producto periodístico para llegar a su público fiel.
Y probablemente el rey Midas de este concepto se llame José Mourinho al manejar como nadie los tiempos, las quejas y los mensajes que se reciben tanto en los diarios
que en su dominio acaban en .com (que aunque no se lo crean son los de Madrid) como los que acaban en .es (que aunque no se lo crean tampoco son los de la prensa catalana).
Ayer, después de la debacle del Málaga en el Bernabeu, el técnico del Madrid exculpo y respetó la reacción de Pellegrini al prácticamente tirar el partido en Madrid entendiendo que se juega su particular liga en los compromisos que tuvo el lunes anterior y tendrá el próximo fin de semana ante rivales de su campeonato.
Y por supuesto al ingeniero no se le paso por la cabeza llamar canalla a su colega.
Me encantan las diferentes formas de cordialidad entre compañeros de profesión.
Quizás se deba a que influido o advertido desde instancias superiores del club que entendieron que en la rueda de prensa de la víspera del partido no manejó las expresiones dejando, de nuevo, no demasiado bien a la institución que representa al menospreciar, a su modo, a una ciudad y un equipo del campeonato en el que acaba de aterrizar.
Malditas palabras, solo sirven para no llevarnos a engaño, decía aquel.
Jornada veintiséis.
El Sevilla complica la vida a un Sporting que vuelve a ocupar los puestos de descenso.
Empates en Getafe, San Sebastian, Pamplona y Almería sin mucho más que contar.
Victoria por la mínima del Villareal que, y esto es noticia, vuelve a ganar y de un correoso Zaragoza que remonta y sale de la zona peligrosa.
En Mestalla partidazo del Valencia que perdió ante un Barça que lo paso mal ganando a domicilio como su última víctima que saco los tres puntos de uno de los estadios más complicados de esta temporada por allí en Cornellá.
Partido cómodo del Madrid que arrasó a su rival prácticamente sin despeinarse demostrando que la liga no se aparca de momento.
Mención especial para Uche (Zaragoza) con gol y remontada después de salir de su lesión.
Pues nada más señores, entenderéis que esta semana me haya quedado sin palabras.
martes, 1 de marzo de 2011
"EFEMERIDES"
Recuerdo cuando podía circular a más de ciento diez por hora por autovías para llegar a cualquier destino y tomarme una cerveza en el siempre alternado bar de al lado mientras, que recuerdos, fumarme un cigarrillo observando la prensa deportiva por encima de la barra de aquel local inventado para socializar la rutina.
Eran otros tiempos en los que cualquiera en la soledad de su escritorio podía descargarse películas en su computadora sin ninguna restricción legal e institucional con nombre de guionista nominada a los premios de la Academia.
De aquella se podía beber en las calles y las discotecas cerraban a horas no razonables para asistir a misa de doce.
Efemérides de un pasado reciente y lejano al mismo tiempo.
Un uno de Marzo la carabela “La Pinta” atracó en el puerto de Bayona (Pontevedra) de regresó de América para dar la primicia mundial señores del descubrimiento de un nuevo continente, fue también el día en que los Estados Unidos deciden experimentar en la isla de Bikini con la bomba de hidrógeno para mantener la hegemonía mundial de ser y creerse primera potencia elevada al cubo.
Adolfo Suárez gana las elecciones generales de setenta y nueve con la Unión del Centro Democrático sin saber que en el noventa y tres el litro de gasolina superaría por primera vez las cien pesetas de la época (¡menudo sablazo!)
Ignoraba también, el señor presidente, que justo un año después de su victoria electoral, el Barcelona arrasaba al Hércules en su estadio con un contundente seis a cero.
En aquel primer día de aquel tercer mes de aquel primer año del nuevo decenio, Enrique Castro abandonó con prisas el estadio con la satisfacción de los goles marcados y el buen trabajo de un equipo que anunciaba sus opciones de aspirar al triunfo de un campeonato liderado entonces por el Atlético de Madrid.
Mientras se dirigía a su domicilio en busca de su coche para ir a buscar a Nieves (su mujer) al aeropuerto, tres individuos (dos mecánicos y un electricista apurados por las deudas), le obligaban, pistola en mano, a agacharse en el asiento del copiloto de un desconocido vehículo en contra de su voluntad.
Comienza entonces el secuestro más famoso y más mediático de la historia del fútbol español y un calvario para familia, compañeros y allegados durante los veinticuatro larguísimos días en los que se desconoció totalmente el paradero y la integridad del jugador.
El feliz desenlace tuvo mucho que ver con la incompetencia de unos delincuentes que jugaron a serlo cometiendo errores propios de vodevil cómico ochentero de cine americano.
Nunca olvidará el nueve del Barça aquel uno de Marzo.
Actualmente las carteleras no anuncian películas de Andrés Pajares, los estamentos políticos recuerdan con tranquilidad el golpe de Estado y las bandas terroristas no inundan de sangre las calles del país.
Ahora los conocidos como MVP (most valuable player) disponen de seguridad privada que impide cualquier posible altercado para el jugador y la institución.
Con esto quiero decir, por si algún amigo lector no me acaba de pillar el posible concepto, que para mí, Enrique Castro “Quini” conocido futbolísticamente como “el Brujo” es a día de hoy un MVP de la historia de la liga.
Pero, y sabéis que en este post se va del pasado al futuro con estrepitosa necesidad, actualmente las siglas del jugador más valioso tienen nombre y apellidos.
M de Messi, V de Villa y P de Pedrito (o Pedro como quiere y debería llamársele ya).
Estos tres personajes suman en las competiciones oficiales la nada desdeñable cifra de cincuenta y seis chicharritos.
Uno más que todo el Real Madrid.
De señores es de reconocer que todo esto esta influido por el radar de Xavi Hernández, la electricidad de Andrés Iniesta y la ubicuidad del señor Sergio Busquets, dato importante ya que por otra parte formaban parte (excepto un argentino que se coló en el grupo y que no pudo marcar ante Sporting y Málaga), del equipo campeón de la última edición de la copa del mundo.
Detalles más o menos preocupantes como para entender el porqué de un calendario demasiado apretado para pararnos de repente a pensar las presumibles condiciones del beneficio por las fechas asignadas a los equipos en semanas apretadas de competición.
Opino que todo lo demás son excusas baratas o maniobras inteligentes de distanciamiento de una realidad que se basa en al menos, ganar un título.
Pero volvamos a las cifras:
Cristiano lleva veinticuatro goles mientras que entre Benzema, Higuaín y Adebayor suman once y, apreciación personal, solo un mediocampista (en plural mayestático) que se precie puede estar a la altura y se llama Özil con cinco dianas.
Detalles relevantes para expresar nueve, diez, quince o veinte quejas en hojas de reclamaciones inservibles.
Jornada veinticinco.
Trepidante parte de debajo de la clasificación con el empate del Hércules y del Sporting en casa complicándose la existencia con la victoria de un Levante sorprendente y un Racing espectacular a pesar de perder dos puntos en el último momento.
Todo ello sin contar un discutible arbitraje y una importantísima victoria del Málaga en el duelo fraticida andaluz del lunes.
El Valencia empieza a demostrar su tercer puesto mientras un correoso Villareal saca petróleo en Santander.
Bonito duelo en el Calderón entre dos rivales con altibajos emocionales en sus rostros; ¿resultado?, por supuesto empate.
Facilidad para los equipos catalanes en sus respectivos compromisos y excesiva complicación para un Madrid en el que Casillas asistió de espectador a un campo históricamente complicado.
Mención especial para todos los cuartos árbitros del campeonato.
Tenemos liga entre semana y tendréis dos post al precio de uno.
Hablamos el viernes.
Eran otros tiempos en los que cualquiera en la soledad de su escritorio podía descargarse películas en su computadora sin ninguna restricción legal e institucional con nombre de guionista nominada a los premios de la Academia.
De aquella se podía beber en las calles y las discotecas cerraban a horas no razonables para asistir a misa de doce.
Efemérides de un pasado reciente y lejano al mismo tiempo.
Un uno de Marzo la carabela “La Pinta” atracó en el puerto de Bayona (Pontevedra) de regresó de América para dar la primicia mundial señores del descubrimiento de un nuevo continente, fue también el día en que los Estados Unidos deciden experimentar en la isla de Bikini con la bomba de hidrógeno para mantener la hegemonía mundial de ser y creerse primera potencia elevada al cubo.
Adolfo Suárez gana las elecciones generales de setenta y nueve con la Unión del Centro Democrático sin saber que en el noventa y tres el litro de gasolina superaría por primera vez las cien pesetas de la época (¡menudo sablazo!)
Ignoraba también, el señor presidente, que justo un año después de su victoria electoral, el Barcelona arrasaba al Hércules en su estadio con un contundente seis a cero.
En aquel primer día de aquel tercer mes de aquel primer año del nuevo decenio, Enrique Castro abandonó con prisas el estadio con la satisfacción de los goles marcados y el buen trabajo de un equipo que anunciaba sus opciones de aspirar al triunfo de un campeonato liderado entonces por el Atlético de Madrid.
Mientras se dirigía a su domicilio en busca de su coche para ir a buscar a Nieves (su mujer) al aeropuerto, tres individuos (dos mecánicos y un electricista apurados por las deudas), le obligaban, pistola en mano, a agacharse en el asiento del copiloto de un desconocido vehículo en contra de su voluntad.
Comienza entonces el secuestro más famoso y más mediático de la historia del fútbol español y un calvario para familia, compañeros y allegados durante los veinticuatro larguísimos días en los que se desconoció totalmente el paradero y la integridad del jugador.
El feliz desenlace tuvo mucho que ver con la incompetencia de unos delincuentes que jugaron a serlo cometiendo errores propios de vodevil cómico ochentero de cine americano.
Nunca olvidará el nueve del Barça aquel uno de Marzo.
Actualmente las carteleras no anuncian películas de Andrés Pajares, los estamentos políticos recuerdan con tranquilidad el golpe de Estado y las bandas terroristas no inundan de sangre las calles del país.
Ahora los conocidos como MVP (most valuable player) disponen de seguridad privada que impide cualquier posible altercado para el jugador y la institución.
Con esto quiero decir, por si algún amigo lector no me acaba de pillar el posible concepto, que para mí, Enrique Castro “Quini” conocido futbolísticamente como “el Brujo” es a día de hoy un MVP de la historia de la liga.
Pero, y sabéis que en este post se va del pasado al futuro con estrepitosa necesidad, actualmente las siglas del jugador más valioso tienen nombre y apellidos.
M de Messi, V de Villa y P de Pedrito (o Pedro como quiere y debería llamársele ya).
Estos tres personajes suman en las competiciones oficiales la nada desdeñable cifra de cincuenta y seis chicharritos.
Uno más que todo el Real Madrid.
De señores es de reconocer que todo esto esta influido por el radar de Xavi Hernández, la electricidad de Andrés Iniesta y la ubicuidad del señor Sergio Busquets, dato importante ya que por otra parte formaban parte (excepto un argentino que se coló en el grupo y que no pudo marcar ante Sporting y Málaga), del equipo campeón de la última edición de la copa del mundo.
Detalles más o menos preocupantes como para entender el porqué de un calendario demasiado apretado para pararnos de repente a pensar las presumibles condiciones del beneficio por las fechas asignadas a los equipos en semanas apretadas de competición.
Opino que todo lo demás son excusas baratas o maniobras inteligentes de distanciamiento de una realidad que se basa en al menos, ganar un título.
Pero volvamos a las cifras:
Cristiano lleva veinticuatro goles mientras que entre Benzema, Higuaín y Adebayor suman once y, apreciación personal, solo un mediocampista (en plural mayestático) que se precie puede estar a la altura y se llama Özil con cinco dianas.
Detalles relevantes para expresar nueve, diez, quince o veinte quejas en hojas de reclamaciones inservibles.
Jornada veinticinco.
Trepidante parte de debajo de la clasificación con el empate del Hércules y del Sporting en casa complicándose la existencia con la victoria de un Levante sorprendente y un Racing espectacular a pesar de perder dos puntos en el último momento.
Todo ello sin contar un discutible arbitraje y una importantísima victoria del Málaga en el duelo fraticida andaluz del lunes.
El Valencia empieza a demostrar su tercer puesto mientras un correoso Villareal saca petróleo en Santander.
Bonito duelo en el Calderón entre dos rivales con altibajos emocionales en sus rostros; ¿resultado?, por supuesto empate.
Facilidad para los equipos catalanes en sus respectivos compromisos y excesiva complicación para un Madrid en el que Casillas asistió de espectador a un campo históricamente complicado.
Mención especial para todos los cuartos árbitros del campeonato.
Tenemos liga entre semana y tendréis dos post al precio de uno.
Hablamos el viernes.
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