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sábado, 23 de abril de 2011

"TRIBULACIONES PASIONALES"

Los devotos de las distintas cofradías observaban con lágrimas en los ojos la imposibilidad de sacar sus respectivas imágenes del templo sagrado al encontrarse ¿frente a frente con un cielo caprichoso y llorón?.
El cielo descargaba su ira en forma de lluvia tóxica arruinando los preparativos de una pasión solo entendible entre un colectivo creyente y necesitado de milagros místicos que de nuevo, tendría que esperar un año para resarcirse de los posibles pecados cometidos en aquellos otros tiempos nihilistas en los que la santidad se disfrazaba de concupiscencia escondida tras la misa de doce.
El escéptico contemplaba en silencio la representación desde una pantalla de televisor de veintiún pulgadas sin atreverse a juzgar la posible hipocresía ambigua de cualquier clase de fe dictada a golpe de sangre y fuego desmarcándose, desde su pequeño salón dormitorio, de las temidas obligaciones morales del hereje condenado a vagar por el Averno.
En quizás la coyuntura más espiritual de otro año más, el sufrimiento se diluía peligrosamente en un sentir inconsciente e inconstante de la venerables almas perdidas en el desbarajuste mortal de una sociedad que cada vez dogmatiza menos los supuestos prodigios escritos en un pasado romántico aferrándose, por desgracia, a un libre pensamiento único de subsistencia enfocado en el mañana.
Y ahí, queridos camaradas, no hay milagros que valgan.

El pasado estaba pasando en el presente de estos tiempos de intensa actividad litúrgica llamados Semana Santa.

Pasión:
Esa emoción intensa repleta de entusiasmo y deseo que recorre un cuerpo que se va volviendo pasivo ante los sentimientos encontrados en una cabeza que no responde, nos hace de repente sentirnos vulnerables.
Y lo dice alguien que recuerda que hace muchos años estuvo enamorado de una mujer que por desgracia lo adivino.

Muerte:
El punto culminante de cualquier camino emprendido con un objetivo y que en un momento determinado llega a un final que no nos garantiza plenamente el éxito de la labor encomendada pero, dato importante, nos marca un cambio de ciclo en el que se pierden demasiadas cosas que, con el tiempo, se irán quedando atrás.

Resurrección:
Es cuando al punto final de los finales sí le siguen dos puntos suspensivos.

¿Todo esto es posible que pasara el otro día en Mestalla en la final de la Copa del rey?
No estoy seguro.


Jornada treinta y dos.

Hubo un Clásico que se saldó con empate y se jugaron nueve partidos más.

Mención especial:
He conocido cantidad de gente que me ha sorprendido (para bien y para mal); me he sorprendido con gente (para bien y para mal) que no he llegado a conocer y alguna vez he tenido que mirar hacia otro lado.
He visto gente con estrella y gente que se estrellaba precipitadamente contra la nada.
He disfrutado con los pequeños triunfadores urbanos y he negociado e escondidas con viejos perdedores a los que no les faltaba voluntad para volver a creer.
Gentes que, por expreso deseo del destino, aparecen en la viñeta de tu vida aportando seguramente nuevos datos que administrar en el subconsciente.
Estoy seguro de que de todos he aprendido algo.
Si hablamos de admiración la cosa ya cambia y se reserva a un pequeño grupo de seleccionados que han superado la más dura criba que yo me pudiera plantear.
No puedo decir que entienda de héroes, porque ¿que es un héroe?, pero entiendo de caerse y levantarse cuando la vida te maltrata en lo personal.
Y son esos, los que una, dos, tres, o cien veces se vuelven a levantar frente a las adversidades de un destino infinitamente jodido demostrando carácter, cojones y personalidad.
Esos son mis héroes.
Una vez más te han vuelto a tantear desde algún rincón del infinito y de nuevo solito has superado la prueba.
Gracias por todo pero especialmente por ser como eres Manolo Preciado.

Desde este pequeño encuentro de aptitudes que hoy por hoy intentaron hablar de una semana gris y rutinaria con sobremesa de clásicos de “peplum”, envido a la grande siendo consciente de poseer tres reyes magos.

Lo demás lo dejamos al olvido.

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