Se nos quejan (los paraguayos) ya del árbitro a más de veinticuatro horas de comenzar el partido de cuartos de final.
Se nos quejan de la posible titularidad de Torres en detrimento del revalorizado Llorente.
Se nos siguen quejando los puristas del doble pivote de del Bosque.
Algunos dudan de la campaña mundialista de un inseguro Iker casillas.
Molesta a ciertos fieles capitalinos que Raúl no está en la selección.
Nos llaman gallegos racistas en periódicos paraguayos.
Otros, gentes de bien que ven mucho futbol por la tele, dicen que Xavi juega demasiado retrasado a diferencia de lo que hace en su club.
Aragonés se queja del sistema de del Bosque.
Cruyff dice que no pagaría por ver jugar a Brasil. Dunga contraataca diciendo que el ex jugador holandés nunca paga por ver el futbol.
Portugal se queja de Cristiano, Deco de Queiroz y Figo observa desde la lejanía.
Inglaterra y Méjico lloran los arbitrajes recibidos.
Naranjito echa de menos a Manolo el del Bombo que se ha despedido entre lágrimas de Sudáfrica por motivos de salud.
Yo, personalmente, me molesto con los cuatro o ¿cinco? penaltis a nuestro favor no pitados.
Decía mi abuela que el que no llora no mama.
Pero señores, hay una persona en este mundial al que a día de hoy no le he escuchado una sola queja, ¿su nombre?
No. No es Maradona.
Se llama Vicente.
Y entiendo la soledad de un ser que vive expuesto a la crítica de cualquier decisión o cambio de criterio ante una multitud especializada en saber más que nadie que los propios expertos en materia.
Todo el mundo es seleccionador nacional.
Del Bosque se ha mantenido al margen de cualquier clase de comentarios con maneras respetuosas ante todos, cosa que le otorga, en mi caso, un respeto personal por no llevar rivalidades e historias a una concentración que teóricamente, se debe aislar de cualquier actividad exterior para centrarse exclusivamente en lo deportivo.
Pero su caballerosidad le otorga un plus.
Y es que ha conseguido acallar todas las críticas que le han ido viniendo con una trayectoria profesional envidiable para cualquier aspirante a entrenador y, simplemente, como consiga ganar mañana ya habrá hecho historia igualando la mejor y única marca record en la fases finales al resultado de aquel mundial con “maracanazo” incluido en los años cincuenta.
Claro que me gustaba Camacho, por supuesto que Clemente prometía, seguro que Luis inculcaba personalidad y sabiduría futbolística, claro que lo intento Iñaki Sáez, o Miera o Luis Suárez o Miguel doce a uno Muñoz.
Ellos conocen mejor que nadie la frágil línea que separa el éxito del fracaso.
Y pasar de héroe a villano es a veces cuestión de suerte.
Mi apoyo a, (y aquí hago una referencia a un clásico del cine dirigido por John Ford), este hombre tranquilo que como “El Duque”, (para los de la “LOGSE” era así como se conocía a John Wayne), siempre será un tipo “FEO, FUERTE y FORMAL”.
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