Estremecido todavía por la inquietante noticia de lo ocurrido entre las dos Koreas me dispongo a intentar de nuevo dar un toque lúdico a la pasada jornada de un campeonato revuelto y lleno de intensidad en vísperas del, año tras año, familiarmente conocido como partido del siglo, milenio o similares cifras interplanetarias.
La semana empezó con un revuelo entre los clubs, la liga de futbol profesional y los derechos televisivos a negociar por todas las partes.
Y claro, la parte concordante de la primera parte no entiende de letras pequeñas y distancias, económicas, demasiado alejadas de las “realidades” de unos mortales que , en un ejercicio de total confianza plena en pertenecer a una clase media algo más que discutible nos abonamos a cualquier teleoperador que nos ofrezca los partidos en directo.
Al final lo de siempre, unos conformes con el reparto y otros no tanto.
Cuando ya pensábamos en empezar el fin de semana en todos los sentidos hace su apto de presencia la comisión de antiviolencia para recordar a todos que rememorar acontecimientos no demasiado positivos para nadie no ayuda en nada a la normalidad necesaria para disfrutar del campeonato.
Y era importante pensar en el viernes para olvidar entre otras cosas a ese compañero toca cojones que siempre sabe más que nadie de todo y que se ha jugado copas pronosticando resultados que nunca se cumplieron, olvidar los gastos de una tarjeta de credito que echa humo y que pide permiso para volver a salir de nuevo y omitir, en la medida de lo posible, la debacle de los Campeones del Mundo en nuestro país vecino.
Cosas que pasan.
Jornada doce.
El derbi valenciano acabo en tablas y con demasiado ruido de fondo en el palco presidencial.
Mallorca y Atlético de Madrid se revindicaron fuera de casa y sorprendieron a sus rivales en estadios complicados.
Osasuna, Deportivo y Levante hicieron de su terreno un fortín y se llevaron los tres puntos ante adversarios que deben empezar a darse por aludidos cuando las entrañas del descenso se acerquen demasiado a sus intereses emocionales.
Detalle que también se debería de mirar en Getafe y Zaragoza después de mal tirar dos puntos necesarios para ambos en su enfrentamiento en un día laborable y gris.
Mención especial:
En la cuna de los hermanos Muñoz mundialmente conocidos como los “Estopa” y frente a la puerta veintiuno de un estadio con capacidad para cuarenta mil quinientos espectadores entramos en la humilde vivienda del quizás, y creo que ya lo podemos decir, el equipo revelación de esta temporada, el Espanyol.
Y la puerta veintiuno ya no se llama puerta veintiuno.
Y los puntos que les hacen mantenerse en puestos Champions son veintidós.
Mi reconocimiento a esta plantilla y entrenador que sin hacer ruido están realizando una campaña espectacular.
Ahora supongo que estaréis esperando algún comentario, referencia o crónica a los respectivos enfrentamientos de los dos equipos que mejor pedazo de tarta se llevaron en su particular cumpleaños de los derechos televisivos.
Pero no, señores, hoy no.
Dejemos la carnaza para la semana que viene.
Y es que esta semana en el planeta fútbol la semana dura exactamente un día más de lo normal.
Y en esa rutinaria jornada de reflexión obscena que suelen ser los lunes cambiaremos por una vez los hábitos resacosos para, haciendo un paréntesis, alargar forzadamente un festivo imaginario sin descanso.
Millones de curritos apuraran las horas para, pendientes del reloj, esperar más que nunca la hora de fichar y escapar, al menos por unas horas, a un universo paralelo en el que los problemas ajenos consiguen hacer olvidar a los propios rodeados, como no, de enemigos íntimos ataviados con diferentes colores.
Y el martes, no lo olvidemos, se volverá a madrugar.
Pero ya será martes y la mitad de la población celebrará que ya queda un día menos para el viernes.
La otra mitad celebrará el triunfo.
Y la vida sigue compañeros a pesar de que hoy el día vuelva a ser laborable y gris.
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