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jueves, 4 de noviembre de 2010

"HISTORIAS PARA NO DORMIR"

Noche de brujas.
Presentación dramática y oscura de una novena jornada solo apta para humanos carentes de cualquier clase de problemas cardiacos.
Es el puente de todos los Santos y llueve bastante en una península expectante ante la llegada de un nuevo descanso en la vida laboral del currito que se aprieta el cinturón.
Es, como decían los artífices de esta fiesta pagana, el final de la temporada de cosechas y el comienzo de la estación oscura.
Es,era Halloween.

Y los malos espíritus se posaron en Mestalla y la Rosaleda para dividir a público y jugadores que a veces se sueltan de la mano.
La niebla invadió lentamente un Molinón lleno a pesar de la lluvia para oscurecer un resultado en los abismos de la hora final.
El Calderón enmudeció al saberse responsable de no haber ejecutado la pena capital en una primera parte donde el traidor se llamaba Diego Alves.
Tempestad en “La Catedral” para renegociar posibles altas y bajas de aspiraciones casi olvidadas en años de bonanzas y lujurias.
Una vieja leyenda cantabra cuenta la existencia de un hombre pez en Liérganes que en su hábitat natural encuentra conexiones mortales en su feudo contra cualquier rival.
Y en eso se convirtió “El Sardinero”.
Son Moix sirvió para pactar ilusión y moderada tranquilidad a un diablo que sirve de mascota en el terrenal mundo del césped en buen estado.

Pero es noche de brujas.
Y por tanto de meigas.
Quizá lo que mejor define el equilibrio del carácter gallego es aquello de lo práctico, lo incrédulo y el misticismo.
Y Riazor expulsó al mal de ojo a ritmo y compás de la luna oculta tras las nubes de una noche de tormenta.
“Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas”

En una fecha tan especial no quería dejar de recordar a Dani Jarque y a Antonio Puerta, dos ejemplos de las desgracias de un deporte en el cual sus exigencias se tiñen de tragedia.
Que sirvan de ejemplo y valgan para evitar en un futuro cualquier caso similar.

Pero permitirme hablar de “Jack el tacaño”.
Leyenda a caballo entre Irlanda y Escocia que nos habla de un granjero que engañaba y mentía a vecinos y amigos dándole una reputación de persona tan malvada que rivalizaría con el mismísimo Lucifer.
El diablo después de intentar llevárselo acabó engañado y nunca pudo reclamar su alma para el inframundo.
Al morir el granjero fue rechazado tanto en el Cielo como en el Infierno y su condena fue deambular por los caminos con un nabo hueco con un carbón ardiendo como única luz que guiara su eterno vagar entre los reinos del bien y del mal.
Posteriormente ese nabo fue reemplazado por una calabaza (al ser más grande y fácil de tallar) por los primeros inmigrantes irlandeses que viajaron al Nuevo Mundo donde la celebración alcanzó la popularidad.
Yo no sé que se siente al deambular por los reinos esos del bien (para el que lo quiera ver) y el mal (para el que lo quiera ocultar), o quizás sí.
(Aunque eso ya es otra historia).

Lo que voy observando lentamente es que los dos grandes de nuestra liga se van introduciendo en ese submundo en el que solo se vigilan mutuamente sin acercarse lo más mínimo al resto de los mortales.

Pero como decía Edgar Allan Poe, “todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño”.

Y yo, como buen fantasma, seguiré soñando en la próxima jornada.

Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja. (Risa tétrica).

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