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miércoles, 1 de diciembre de 2010

"DE VERDADES, MENTIRAS Y ELECCIONES"

Hubo un tiempo en que las jornadas de reflexión servían exclusivamente para eso, para reflexionar.
Después de cualquier clase de empacho electoral y más en esta campaña donde se hablaba más de sexo y de videojuegos que de soluciones reales para una sociedad, (catalana y española), demasiado harta de una clase política que vive alejada de las necesidades de un populacho que busca en muchos de los casos sobrevivir a las tempestades originadas por el sistema.
Tempestades que azotan de vez en cuando la máxima de que no todo es como parece sepamos o no disfrazarlo de verdad, de nuestra verdad.
Y a veces se confunden términos inconscientemente agarrándonos a tener que creer para poder actuar en consideración.

Pero no nos llevemos a engaño que para eso ya estan las ruedas de prensa.

El partido del siglo se presentaba más igualado que nunca por el momento que atravesaban los dos equipos más poderosos de España.
Era quizás el partido de los duelos en prácticamente todos los puestos, era el reencuentro con distinto escudo de varios campeones del mundo, era la hegemonía y el liderato de los máximos aspirantes, era la sufrida interpretación de todos los años de los presidentes en la comida presidencial, era Iturralde en la sombra de su vestuario, eran millones de televidentes disfrutando del espectáculo en cualquier rincón del mundo, eran miles de acreditaciones de miles de medios de comunicación en la torre de babel de una zona mixta, eran estilos y maneras distantes del como entender el concepto fútbol, era lunes, eran el “caballeroso” Pep y el “provocador” Mourinho, era la venganza de aquellas semifinales de la temporada pasada, eran las nueve de la noche, eran demasiadas cervezas esperando el pitido inicial, era soñar con la incertidumbre de saber poner buena cara si hiciera falta al final del evento, era confiar a la vez que dudar de este o el otro resultado, era Leo y era Cristiano.

El Barcelona, dueño de un estilo de juego que maravilló y maravilla a cientos de aficionados de todo el mundo, necesitaba que este partido no se desarrollara por la vía emocional siendo muy consciente su técnico de su experiencia en partidos pasados de excitación.
En el duelo con el Inter de Milán Guardiola confesó que especialmente en Milán dejo de ser él mismo siendo víctima de su propia confusión en esa irrealidad que puede llegar a ser el futbol.
Decidió entonces prometerse que no se volvería a engañar actuando siempre desde sus creencias: hay que hacer lo que uno siente, no lo que presiente.
Y así preparo el envite.

El Madrid, completamente renovado en cuatro días para satisfacción de la rivalidad futbolística, buscaba lo que su “mister” hace cada jornada de entrenamiento con su plantilla, crear la atmósfera apta y necesaria para afrontar las distintas situaciones más o menos complicadas que se van a ir encontrando en toda la temporada.
El papa “Mou” aconseja, charla, castiga, instiga, critica y protege a sus pupilos creando a su alrededor un ambiente cercano en algo parecido a una familia.
Meritorio trabajo psicológico para conseguir la lealtad de unos jugadores jóvenes en poco más de cuatro meses.
A sabiendas de que lo suyo era y sigue siendo un proyecto en construcción, el entrenador de la capital recurrió a todo lo positivo que en sí conlleva el término para dar la campanada en el día D y en la hora X.

Lunes veintinueve de Noviembre de dos mil diez.
Nueve de la noche.

Noventa y ocho mil doscientos cincuenta y cinco espectadores en vivo y en directo y más de cien millones según previsiones en las televisiones de todo el mundo.
Ambiente de gala para el partido del año en un estadio ataviado con los colores del equipo local.
Buen rollito en el vestuario entre compañeros de profesión y concentración en el equipo arbitral antes de salir al césped.
Empieza el partido.

Final del partido.

No, compañeros, no es que este la señal codificada de mi blog y no nos permita visionarlo, tampoco es que no quiera destacar alguna que otra jugada relevante, no es eso.
Que decir de un partido que vio prácticamente todo el mundo desde su prisma particular y del que cada cual saca, sacó o sacara sus propias reflexiones.
Hagamos por tanto una pequeña crónica rápida:

Ante la expectación levantada por el buen momento bla, bla, bla, de los rivales el resultado al final del evento fue lo menos importante en un dominio apabullante del equipo local para sorpresa de unos y de otros.
A destacar la sorpresiva falta de alma de un colectivo que se estaba destacando por todo lo contrarío y una pena para el espectador que esperaba más batalla en esta guerra llamada el clásico.
Cosas del futbol que diría alguno.

Aún así no dejan de ser solamente tres puntos en una competición muy larga y complicada en la que cualquiera de los dos equipos volverá a perder algún partido.
Y muchos titulares, encontronazos, insultos, quejas, penaltis no pitados, fueras de juego, empujones, arbitrajes y demás conceptos de aquellos que miran al paisaje desde su propio tejado, que somos todos.


Tras la rueda de prensa de los entrenadores descubrí que al final esto no había sido más que un partido y que mañana de nuevo me tocaba ir a trabajar a horarios intempestivos en una ciudad envuelta en las primeras capas del invierno.

En esta liga de dos si algo se sabe es que uno de ellos será campeón al final del ejercicio.

Ya veremos dijo un ciego.
(Era, como decirlo, su verdad)




Jornada trece.

¡Ah! ¿Pero hubo más partidos?

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