Treinta años no es nada dicen algunos historiadores anclados en cifras demasiado difíciles de llegar a comprender al manejar distintos conceptos contextuales de diferentes épocas.
Puede ser verdad como lo es también que en estos últimos tres decenios el mundo que conocemos ha enterrado un milenio para dar paso al siguiente mostrando, desde aquel once de Septiembre, un nuevo concepto de orden mundial demasiado alejado de la educación con la que crecimos.
Y toda esa generación, entre la que me encuentro, que crecimos viendo a las cosas cambiar a nuestro alrededor a una velocidad vertiginosa evolucionamos, sin darnos cuenta, a un ritmo diferente al de generaciones anteriores para albergar demasiada información como para recordar nada importante.
Hace treinta años un proyecto fracasado de golpe de Estado, al que probablemente no le demos ya demasiada importancia, tuvo la posibilidad de cambiar nuestras vidas a conceptos diferentes de los que, ahora mismo, ni siquiera podamos imaginar.
En un momento transgresivo a la espera del éxito o fracaso de la libertad individual en una sociedad dividida por ideales cercanos al temor de la futura vuelta al pasado, el rechazo a cualquier intento de desestabilización fue tajante debido entre otras cosas a los ánimos caldeados de un pueblo cansado ya de atenerse a las consecuencias.
Y fue en ese preciso instante cuando el ex teniente de la guardia civil Antonio Tejero Molina se quedo solo.
Soledad: Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.
Hablemos por tanto de las que considero tres cases de soledad:
- Emocional.
- Social y existencial
- Espiritual
La emocional surge por la fata o pérdida de cualquier clase de relación con seres queridos o apreciados, personas cercanas e íntimas que desparecen de nuestro entorno dándonos cuenta entonces de lo importante de su presencia a nuestro lado.
Y algo así pensó la directiva azulgrana al conocer, desde el primer momento, la importancia de la renovación de su entrenador.
La social es un sentimiento (voluntario o no) de aislamiento de un grupo o grupos. Pueden influir desde una excesiva timidez a un entorno hostil por ejemplo en un grupo de trabajo.
Este tipo de “alejamiento” lo sufrió en sus carnes el holandés Royston Drenthe al descubrir que no le pagaban las nóminas en su equipo.
La espiritual es a su vez la falta de creencia en nada escatimando objetivos como quienes reciclan basura en bolsas de colores diferentes sin ninguna clase de aspiración de salvar el planeta y sí acatando las normas sociales impuestas para ser un ciudadano ejemplar.
Esos suelen sentarse en los palcos presidenciales de ciertos estadios.
Pero en la cancha, como dicen los argentinos, la visión dificultosa de la portería de enfrente desde un prisma confuso del único jugador que teme al gol, la soledad se manifiesta en celebraciones aisladas del resto de un grupo que se abraza en el centro del campo.
Son, los porteros o arqueros, como vuelven a decir los porteños, aquellos que llevan en silencio la presión de un partido en ese solitario mundo del fondo norte o fondo sur.
Y es entonces cuando un día se acercan desesperadamente al área contaría para intentar salvar un partido perdido y experimentar por primera vez que se siente al escuchar a miles de voces celebrar el tanto después de un remate de cabeza.
Y todos, en ese instante, abrazaron a Aranzubia el domingo pasado.
Jornada veinticuatro.
El Atlético vuelve a ganar y lo hace fuera de casa con un Agüero exultante y necesario para volver a creer.
El Sevilla y la Real ganan por la minima sus compromisos demostrando, unos, que no son los del pasado y demostrando, otros, que si son los del futuro.
El Villareal y el Almería se dejan empatar saboreando casi los tres puntos.
El Real Madrid saca con solvencia y sin demasiados problemas el envite del Bernabeu ante un Levante demasiado fácil.
El Barcelona pasa demasiados apuros ente unos “leones” correosos que tuvieron en la cuerda floja a todo un líder presionado por los resultados del sábado.
El Sporting saca un importantísimo punto de Mestalla demostrando cierta mejoría que deberá ratificar en el Molinón ante el Zaragoza.
Mención especial para los nuevos técnicos de Osasuna y Racing al empezar, de momento, matando.
Hace treinta años la liga fue ganada por la Real Sociedad empatada a puntos con el Real Madrid siendo “Quini “el pichichi de aquel campeonato con veinte goles.
El veintiséis de Abril alguien descubrió en la oscuridad de un calabozo las tres clases de soledad al despedir la temporada más convulsiva de toda aquella precoz experiencia democrática.
Eran otros tiempos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario