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jueves, 16 de febrero de 2012

"PRISIÓN PREVENTIVA"


En ocasiones todos queremos, aunque sea por un momento, regresar al pasado por medio de una de esas regresiones en las que las cosas se vislumbran de formas sutilmente diferentes.
Y recordamos, al menos intentamos, evocar pequeños detalles de grandes momentos que nos desplacen a sensaciones vividas y ya olvidadas por la experiencia acumulada en demasiados almanaques ya caducados.
Es ley de vida, damas y caballeros, el tiempo es juez y parte en el desarrollo de los acontecimientos de cualquier ser anónimo mortal alterando, por medio de todas aquellas vetustas prácticas, la transformación lógica de aquello conocido como personalidad.
Pero lo único real que nos queda en esta existencia efímera es el presente ya que cualquier reminiscencia es mentalmente borrosa y cualquier sueño siempre estará por cumplirse.
Es, por tanto, donde nos alojamos conscientemente queriendo conocer el futuro y viajar al pasado para salir de la vereda abrupta del camino, desconocido, de nuestra crónica vital.
Y es quizás el desconocimiento al que pasará el que nos hace frágiles en una sociedad que demoniza cualquier clase de duda superflua en el territorio de la supervivencia.
Demasiadas variantes en la quiniela de la resolución final.

Si algo destaca este año dos mil doce es por ser uno de esos años que en general, siempre se debe hablar en general, las personas vuelven a mirar preocupadas al ayer mientras piensan en el mañana.
Y no es de extrañar.
Lo importante aquí es saber reflexionar pausadamente para no toparse con los errores que algún día pudimos cometer y aprender de los mismos, lo creíble por desgracia es lo contrario haciendo cierta la frase aquella de tropezar dos veces con la misma piedra, aquella por la que escondimos la mano.

Hoy, un tipo detenido en mil novecientos setenta y seis por negarse a cumplir el servicio militar, ha salido de la cárcel después de treinta y seis años encadenando distintas condenas por delitos menores.
Al salir, eufórico, ha rechazado el arrepentimiento y se ha declarado ceramista y autodidacta.

Cuando entró, el año también era bisiesto.

Supongo que desde dentro se verá el mundo desde otra perspectiva al carecer de espacio vital en esa rasgada linea mental que separa la emancipación de la dependencia de esa libertad efímera que se ve desde los barrotes de una ventana pequeña llena de humedad.

Supongo.

Lo que si sé es que en su incorporación al régimen carcelario el mundo que dejo atrás poco tenía que ver con el que se va encontrar al abandonar unas dependencias que interiormente echara de menos al reconocerse, suposición personal, desnudo en medio de la calle de un mundo, de un país, que ya no le pertenece.
A sus sesenta y un años, Montes Neiro, caminara pausadamente espiando a su sombra con la sensación extraña de la autonomía, se sentara en un banco del parque y escuchara el transistor de cualquier otro jubilado entretenido en alimentar a las palomas y, mirara al cielo.

Mientras tanto aquí en la Tierra nos indignaremos viendo ciertas fotografías del país helvético temiendo lo de las barbas pelar, temeremos las amenazas de Irán, la crisis de la Eurozona, los recortes de educación y sanidad, las tasas del desempleo, la reforma laboral y nos seguiremos preguntando si estamos preparados para vivir en un planeta en el que China sea la primera potencia Mundial.

En el setenta y seis la noticia era el primer vuelo comercial del “Concorde” aquel avión revolucionario supersónico que unía el viejo y el nuevo continente a la velocidad del sonido.

Eran los tiempos de ABBA, del final de la guerra del Vietnam, de Adolfo Suarez y se respiraban, decían los cronistas, tiempos de cambio.

En el setenta y seis también un tipo peculiar comenzaba su carrera en el Arenas Club de Guecho ascendiéndolo a tercera división.
Se llamaba Javier y era de Baracaldo.
Después ganaría dos ligas.



La verdad es que es la hostia lo que cambian los tiempos.

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