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lunes, 14 de junio de 2010

"De aquello de los Dioses y los Monstruos"

Lunes.
Los lunes pueden ser tristes. Es la vuelta al tajo, el camino que nos lleva a la rutina, es la resaca de un nuevo fin de semana de fiesta.
Es el primer día de un veremos que pasa esta semana.

Son también jornada de reflexión deportiva después de los acontecimientos ocurridos durante los días creados para que cuatro compitan y diez millones descansen sintiéndose participes de la gloria ajena.

Y yo, señores, como parte contratante de esos diez millones de holgazanes fiesteros bajo el amparo del sillón viejo y descolorido que ocupa el salón de la casa en la que habito, me dispongo a, detalle importante, desglosar este importantísimo primer LUNES del Mundial.

Los resultados más o menos los esperados salvo en el caso de Inglaterra y el de Serbia.

Los goles de distinta factura y calidad.

Jugadas absurdas y jugadores absurdos en algunos momentos puntuales de los choques.

Decepciones aparentemente esperadas.

El Mundial ha arrancado con fuerza y queridos lectores, ya no hay cuenta atrás.

Pero hoy me voy a centrar en el personaje de la semana con permiso del portero de Argelia.

Se llama Robert Green y, no sé si lo sabéis, es el portero de la selección inglesa de futbol.

Este capricornio de treinta años ha conseguido pasar ya a la historia de la humanidad balompédica de su país.

-Era su décimo partido jugado como internacional, era el debut en el Campeonato de una selección que promete dar guerra.
-Era titular en un puesto dudoso y competitivo y ante él tenia un rival en principio asequible.
-Era todo tu país detrás del televisor, era una audiencia millonaria, era el ganar a los grandes, era sobretodo empezar con buen pie.
-Era el primer gol de los tuyos a los cuatro minutos.

Todo indicaba un buen final, todo parecía estar destinado a cumplir con los objetivos marcados durante toda la fase clasificatoria, todo indicaba que el trámite se estaba a punto de cumplir.

Y llegó el minuto cuarenta.

Y Clint Dempsev lanzo suave y al centro.

Y el mundo, sobretodo el anglosajón se detuvo a mirar al cielo.
El “Jabulani” ¿será siempre el culpable de un error humano?
¿El error humano será olvidado?
¿Pasará Robert al olvido?

Son una de esas tantas cuestiones que no resuelven nada pero que nos hacen los lunes un poco más divertidos a costa de otros.

Y eso de la paja en el ojo ajeno quieras o no se puede entender.

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