Del mundial de Italia pues más bien poco que decir.
Era el año noventa y probablemente mis sueños tendían a forjarse sobre la carpa oscura y morbosa de las primeras discotecas a las que se accedía, no esta mal que lo diga, después de falsificar el carnet de identidad.
Era el sabor del vodka con naranja y la chica de segundo con novio de COU.
Desgraciadamente eran los exámenes de recuperación de Junio en pleno arresto domiciliario.
Gano Alemania Federal celebrando aislada de su otra mitad la caída el año anterior del vergonzoso muro de Berlín bajo los acordes de Pink Floyd.
Nosotros, como siempre en octavos, caímos ante Yugoslavia perdiendo por dos a uno en un partido del que si os soy sincero, no recuerdo nada.
Schillaci, nombre apto para cualquier personaje de la “Cosa Nostra” en una posible película de Scorsese, fue el máximo realizador de un campeonato en el que Camerún se ganó el respeto internacional.
En la liga el Madrid de Thosack gana el Campeonato con Hugo Sánchez y Juan Carlos Ablanedo de pichichi y Zamora.
El mundo cambiaba a nuestro alredor y el futbol se hacia eco de ello al despedir del campeonato a selecciones como Yugoslavia, Checoslovaquia, la propia campeona Alemania federal y la Unión Soviética.
Era el fin de la guerra fría y se anunciaba un campeonato caliente.
Ninguno imaginábamos que un par de años después ganaríamos el oro en Barcelona noventa y dos.
Dato importante a resaltar: en el año noventa el señor Nelson Mandela es liberado produciendo una revolución social contra la segregación racial conocida como “apartheid” en la cuna del próximo mundial.
También seria el año en el que Irak invade Kuwait.
Un año con demasiadas alternativas históricas como para acordarse solo del futbol.
Yo, como siempre, a lo mío.
Y lo mío fieles lectores se llamaba Laura y me ignoraba demasiado como para entender aquella sucia atracción juvenil y obscena.
Pero bueno, como os podréis suponer aquello ya es otra historia.
La historia ahora pasaba por subsistir cuatro años y escuchar alguna canción épica.
Oh, say can you see by the dawn's early light
What so proudly we hailed at the twilight's last gleaming?
Whose broad stripes and bright stars thru the perilous fight,
O'er the ramparts we watched were so gallantly streaming?
And the rocket's red glare, the bombs bursting in air,
Gave proof thru the night that our flag was still there.
Chorus:
Oh, say does that star-spangled banner yet wave
O'er the land of the free and the home of the brave?
¿No se os pone la piel de gallina al escuchar el himno de los Estados Unidos de América?, ¿si?, a mí no. Pero estamos en mil novecientos noventa y cuatro y nos vamos al país de los sueños, a la cuna de la meca del cine, a la primera potencia mundial, a un Mac Donalds, a Bukowsky, a Marilyn…
A pesar que no es el futbol el deporte rey para los “Yankees”, si lo es para la FIFA por el desarrollo económico y la infraestructura del país.
Es el mundial del señor Javier Clemente y las perillas de los jugadores de la selección.
Deportivamente, lo de siempre, hicimos las maletas antes de tiempo.
Brasil no defraudó y gano un Campeonato vistoso y americanizado.
Lo más morboso fue quizás el enfrentamiento en Nueva York de Irlanda e Italia. A día de hoy no se han contabilizado el número de aficionados mafiosos que asistieron al partido.
Fue un año triste ya que Kurt Cobain, líder de Nirvana, decidió abandonar el placido mundo de un Seattle borroso.
Recuerdo que por el cambio horario los partidos los disfrutábamos de madrugada acompañados de una jarra de cerveza y sin gana ninguna de madrugar.
A todos nos dolió la fractura de los huesos propios de las fosas nasales de Luis Enrique convirtiendo en persona non grata a un tal Tassotti que supongo, nunca más tuvo el valor de veranear en nuestro país.
(“Están locos estos romanos”).
Y se acabo el Mundial y se acabo el verano y de nuevo, otra vez nos toco resignarnos a seguir viviendo un día a día rutinario y laboral.
Y gracias.
“Yo creo en América. América hizo mi fortuna.”
La fortuna pasaba por nuestros vecinos del norte.
Puede ser que de aquella mi novia fuera de la nacionalidad del futuro campeón del Mundo, y digo puede ser por que yo creo que estas cosas pasan por resignarte y joderte cuando tienes al enemigo en casa.
Francia se proclama campeona en casa y nosotros no pasamos ni siquiera de la fase de grupos.
(Sensación similar a volcarte un camión en la frontera.)
Clemente abandona el barco y Camacho aborda el proyecto de intentar dar la gloria a una nación huérfana de títulos.
Y fue en Corea donde la camachada (sudor producido por la excesiva humedad atmosférica), pudo y se mereció llegar más lejos de lo que quiso un árbitro casero y rural.
Buen papel de los nuestros en un campeonato en el que para ver los enfrentamientos había que madrugar demasiado o resignarse a quedarte de fiesta toda la noche para no dormirte.
Alemania nos enfrentó en octavos contra Francia y perdimos contra la que a la postre acabó de finalista. Esta selección con Luis Aragonés al frente, ya era el germen de la exitosa Eurocopa posterior.
Destacar ya la base de jugadores que hoy ya forman parte de la historia y como dato solemne destacar la despedida del Zidane con un cabezazo que también pasara a los anales de la humanidad.
Desde el noventa y ocho (Francia) hasta el dos mil seis (Alemania), se cerraron puertas y se abrieron caminos que hoy por hoy nos pueden hacer soñar.
Empieza el mundial señores.
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USA'94 es, después de la Copa del Rey del '92 ganada por el Atlético de Madrid, mi segundo recuerdo futbolístico.
ResponderEliminarAquellas noches ante la tele esperando con esa ingenua idea de que "este va a ser nuestros Mundial", viendo jugar a uno de mis ídolos, José Luis Pérez Caminero, un jugador con mucha clase pero con muy poca cabeza, pero que en esa cita brilló por encima del resto.
Todo iba por su camino hasta cuartos contra Italia, cuando la ocasión marrada por Salinas y el sucio codazo de Tassotti nos devolvieron a... vaya, a lo de siempre: cuartos y a casa,
así que en parte todo siguió su curso habitual.